Casi bajo
la autopista 25 de Mayo, medio oculta medio a la vista, sobre la calle del
mismo nombre, se encuentra Casa Rincón.
Como su nombre lo indica, por fuera, realmente parece una casa. Hasta allí llegamos
Cherry y yo, poco antes que el reloj dé las 22:30 hs. Tocamos timbre y pasamos
de una. Y remarco “De una” porque, un poco por costumbre y otro poco por distraídos,
nos encaminamos hacia adentro sin anunciarnos y sin pagar la entrada, solo
saludando al boletero. Segundos después nos vino a preguntar, muy amablemente, si
estábamos acreditados. Fue ahí que caímos. Pero bueno, le dijimos nuestros
nombres y no hubo problema. Entonces, desde este lugar, le pido nuevamente disculpas
por esto.
Ya dentro del recinto, nos encontramos con poca gente, entre ellos los músicos de Poveglia, Epochal y Neantere, las tres bandas que nos iban a deleitar los sentidos esta noche. Y acá tengo que subrayar “los sentidos”, porque se trata de bandas que transmiten mucho más que vibraciones sonoras.
Ya dentro del recinto, nos encontramos con poca gente, entre ellos los músicos de Poveglia, Epochal y Neantere, las tres bandas que nos iban a deleitar los sentidos esta noche. Y acá tengo que subrayar “los sentidos”, porque se trata de bandas que transmiten mucho más que vibraciones sonoras.
A medida que
fueron pasando los minutos, más gente comenzó a llagar. Hasta que, a las 23:30,
con el bajista en las sombras y el resto de la banda iluminada (por las luces,
no por un ente imaginario, claro) Neantere,
un trío de Post Rock, como se definen ellos, abrió esta hermosa fecha. Yo me acerqué hasta el escenario para segundear a Cherry con el vaso de birra, y allí me instalé, en una de las sillas que, más allá de que me moleste que estén tan cerca del escenario, finalmente terminé ocupando.
Neantere experimenta un sonido climático, logrado a través de una guitarra ambiental, con solos épicos, no por extraordinarios ni mucho menos, sino por llevarme audiblemente a los tiempos de la epopeya heroica. El sonido más denso y pesado es canalizado mediante el bajo y la batería, dando por resultado final esta simbiosis entre ambiental y rockera.
Esta se
trata de la segunda vez que veo en vivo a esta banda, pero de la primera vez
que logro apreciar su música de esta manera. ¿Será porque aquella primera vez
no estaba concentrado, ansioso por la llegada de la misma banda que viene a
continuación? Es probable.
El primer
break de la noche llegó, y con él, también llegó el "hombre de la escalera". Bien podría tratarse de una película argentina de los años 50, pero no, se trata de quien se encargó de reparar el reflector que había sumido en las sombras al
bajista de Neantere.
Sigue
Epochal. Mi ansiedad me empieza a hacer temblar la pierna derecha mientras que me
obliga a ingerir algo de alcohol.
Está
empezando Epochal, la ansiedad crece.
Mi amigo Nico
está acá al lado. Esto recién empieza, pero ya quiero que tenga las mismas
sensaciones que yo tuve al presenciar por primera vez un show de ellos, allá por Agosto del 2016. Quiero
que sienta eso que yo sentí y que luego me llevó a hacerle escuchar Awakening (2016), el disco de esta
banda, para que la flashee. Me sentí como alguien cuando hace un regalo y no
quiere que a la otra persona solo le guste, sino que le encante y que hasta le
cambie la vida, por más exagerado que suene.
Es apenas
la tercera vez que los veo en vivo. Pienso… si, por más loco que suene, es
apenas la tercera. Pero es la primera vez que su música está acompañada por
proyecciones. Me llevó unos minutos percatarme de ello porque, con el sentido de
la audición, ya me alcanza para disfrutar, entonces cierro los ojos y me pierdo
en los mundos que su música me hace imaginar. El arranque tuvo algún que otro
desperfecto técnico, que para nada fue un problema mayor.
Daniel Bermúdez (Guitarra) presentó a la banda. “En el bajo, detrás de todo ese pelo está Nico Giorgetti.” Luego señala a Gustavo Cirigliano (Guitarra) “Gustavo jugando con los pedales” “…y Guille
Carpintero en la batería.” Prosigue.
Ellos, señores, son Epochal.
“Este es un tema nuevo, así que no podemos fallar” Dice Daniel.
Oigo un
sonido de música clásica. Ni siquiera alcanzo a distinguir qué es, pero lo
asocio rápidamente. Le pregunto a mi amigo “¿Que
mierda es eso?” “Es un convertidor de
sonido” Me responde. “Ah” Le digo,
y agarro mi celular para anotarlo.
El viaje
siguió con Truth y Reality (Esta es la primera vez que nombro
alguna de sus canciones ya que, para mí, Epochal, mejor dicho, su disco Awakening,
es una obra completa indivisible, por llamarlo de alguna manera. Es decir, no
reconozco canciones, solo viajo fuera de mi ser con esas melodías sin etiqueta.
Luego de
tocar otras interpretaciones terminó su show que estuvo acompañado por una
proyección de, por lo que alcancé a escuchar, una película perteneciente al
expresionismo alemán. Cosa que nunca confirmé.
Empezó Poveglia. Mi revancha está a punto de
llevarse a cabo: Año 2017. Le rompo un poco las bolas a mi amigo Nico (el mismo que mencioné antes), para que
vaya a ver a Poveglia y de paso empiece a usar su cámara para fotear bandas. Lamentablemente,
la fecha no fue de lo mejor debido al mal sonido del lugar, pero bueno. Ahora llegó
mi revancha y esta vez el sonido del lugar está bien. Por Diego Zacarra (bajo y voz), Martín
Diz (Guitarra y voz) y Matías
Macrett (Batería) no debía preocuparme, ya que siempre dejan todo arriba
del escenario. Y ese "todo" es, literalmente, TODO.
Recuerdo las canciones que tocaron pero no el orden: ni bien comenzaron a tocar, cerré los ojos y me
abstraje de casi todo, solo quedó la música estimulando mis sentidos.
La negatividad, Cuerpoescombro, Nuncanadienada, Memento mori,
El centro del universo, Las huellas y Horizonte de sucesos. Dichas canciones pertenecen a Yersinia
pestis (2015) y a Memento mori
(2017) (Para ver la presentación de este último disco, click acá).
Para quién no sabe como suenan, primero les digo que los vayan a ver en vivo, pero si esto se les dificulta les aconsejo que escuchen sus discos. Si por desgracia pertenecen a una de esas religiones modernas que te impiden usar Youtube o Bandcamp, les hago una breve descripción: El trío alterna oscuridad con melodía, voces graves con
agudas y rasposas, la oscuridad con la potencia y la densidad con la velocidad.
En lo que no tienen contrastes es en la contundencia. Poveglia nunca te falla,
solo te puede dejar el cuello con tortícolis de tanto agitarla, pero nada más.
El resto es un desparramo de arte por el que tu cuerpo y tu alma te estarán
agradecidos.
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