miércoles, 15 de julio de 2020

Lotófago (Totem) - Reseña


La primera impresión que tengo al descubrir a Tótem, es que se trata de una banda Stoner, con probabilidades de abordar temas como la cultura aborigen. Esto, si me enfoco solo en el nombre de este trío oriundo de Lima, Perú. Si me concentro en analizar el arte de tapa del que es su primer material de estudio, el abanico de posibilidades se enriquece aún más: me transporta hacia un clima frío, por el mar que se impone tras el Tótem; y desértico, no por lo árido, sino por lo desolado. El Tótem, en este caso, no es aquel compuesto por cabezas y animales tallado en madera, como el de las culturas aborígenes de norte américa, sino que se trata de un tótem de piedra, tallada con mucha precisión, y en cuyo centro, tras sólidos marcos, se haya una puerta, un pasaje, una ventana, que nos transporta a un lugar desconocido, el cual solo descubriremos dándole play al disco.


·         Lotofago: en la mitología griega, los lotófagos (los que comen loto) eran un pueblo de África que, según la Odisea, se alimentaba con los frutos del loto, que decían tener la propiedad de hacer olvidar su patria a los extranjeros.

El trío Totem nace en 2012 en Lima, Perú, y está integrado por Wayo Elguera (Bajo y Voz), Carlos Castro (Guitarra) y Juan Carlos Chávez (Batería)

Lo primero que escuchamos al darle Play es un riff bien ganchero paneado a la izquierda. Luego de la vuelta del primer compas, un redoble de toms se anticipa a la entrada de un bajo distorsionado, hermosamente saturado. Cuando los elementos están alineados y la canción arranca su marcha, ya se apodera de vos y te invita a cabecear y levantar el puño, porque esta es una canción de protesta cuyo mensaje no se encuentra expresado entre versos poéticos, sino que es bien claro y directo. Como no podía ser de otra manera, la voz que escupe este mensaje es una voz cruda, más bien visceral, que le da más solidez al espíritu combativo de esta canción llamada El pastor.

“Ustedes que odian la justicia
tuercen todo lo que está derecho
construyen un pueblo destruido
sobre el crimen y la injusticia
los jueces se dejan sobornar
Los pastores enseñan solo por dinero
y los profetas venden predicciones

Alegando que el terror está por venir
que solo ellos nos podrán salvar”


Sangre comienza con un bajo marcando una figura atresillada, que forma una sólida pared junto a la batería, mientras la guitarra juega entre melodías y machaques, siempre acentuando al unísono con el resto de los elementos, incluso en cada sílaba de las líneas vocales, cuando en el estribillo grita:

“Desde el centro hacia afuera
Siempre busca la manera”


Lotófago es una canción que juega con dos climas. Uno tiene como protagonista un riff de guitarra groovero. El otro clima tiene una esencia más oscura, reflejada más que nada en las líneas vocales, en el sinuoso andar de una guitarra con un efecto phaser, y en los golpes de tambores propios de un rito tribal. Y cómo no mencionar los coros, esas voces que susurran palabras ininteligibles como si fueran fantasmas o tal vez los ancestros que esta canción pretende invocar. Si bien la oscuridad de esta canción me encanta, creo que, si tengo que elegir mi parte favorita, elijo el puente, que sea tal vez la cortina musical del momento en el que los fantasmas están sobrevolando la fogata.

Sobre un riff de guitarra, cual predicador, una voz recita una serie de versos que nos introducen en Hueso, canción número cuatro del disco. Tras esto, la canción explota.

“Las huellas saturan esta arena
¿A quién pertenece este longevo andar?
Escondido en el de al lado
sin lugar sin nombre
Mostrencos soles cegaron el cielo
que arrastran sobre las cabezas
una ciega y densa luz
que desdice las líneas de los rostros
de los huesos”

Podría decir que Hueso y Lotófago tienen casi la misma intención, ya que las dos alternan los riffs furiosos con pasajes oscuros, en este caso la canción en cuestión, tiene más equilibrio entre lo que te lleva hacia arriba y lo que te hunde en la oscuridad. Pero tal vez lo que más distinga a esta canción es el hecho de que tenga un mayor tenor contestatario.

Vindicación (Acto de defender o exculpar a una persona injustamente atacada), última canción del disco, le da un cierre o resolución a la línea dramática de este viaje que Totem propone en la lírica. Basta con escuchar el estribillo, muy claro y conciso, que repite una sola y por de más contundente palabra: “Despertar”.

Todo se resuelve en esta palabra, incluso cuando ya no queda más nada que decir, y la música es única protagonista durante los tres minutos finales, un grito es el último aliento que necesitamos para “abrir los ojos y verlo todo en una nueva dimensión”, para finalmente “Despertar”.



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