Hace más de
cien años un filósofo alemán escribió, entre los pasajes de un libro, una de
las frases referenciales al arte (o a la vida misma) más acertadas de la
historia.
“Sin música
la vida sería un error”
Esta famosa frase de Nietzsche ha llegado a ser empleada infinidad de veces. Algunas de manera un tanto banal, es decir por moda, pero otras veces cobra mucho sentido cuando la vida nos contextualiza esa reflexión con sucesos, como el que se dio la pasada noche del 30 de octubre en Club V. Hablo del Facufest, un festival “edición especial” de bandas cuyo fin era recaudar plata para el tratamiento de un colega/amigo/hermano de la escena under y de la vida.
“Decidimos juntarnos para hacer lo que más nos
gusta: tocar fuerte y con todo nuestro corazón para mandarle a Facu lo mejor
que tenemos para que salga adelante”
Decía en la
información del evento de Facebook.
Las bandas
que participaron fueron JB Larralde El
proyecto, Undermine, Sauron, Banda de la muerte, Avernal
y Poseidótica.
Los músicos
aportaron lo suyo: Música y mucha energía. El público, por su parte, colaboró
pagando la entrada y hasta comprando remeras de la fecha.
La banda
encargada de abrir la fecha a las 19 hs fue el quinteto instrumental de rock
psicodélico-visceral JB Larralde el proyecto. Para romper el hielo arrancaron
con El proyecto, a mi gusto, una de
las mejores cartas de presentación que una banda pueda tener. Para el cierre se
guardaron lo que yo definiría como una canción a prueba de “pechofríos”: Rio abajo. Es imposible no sumergirte
en alguno de los climas de esta obra.
En el
final, más o menos media hora después de haber comenzado, JB Larralde levanta la guitarra en señal de poder, pero no de ese
poder destructivo que suelen ostentar los políticos sino del poder más hermoso
de todos: el de transmitir emociones con la música.
Tan solo
unos minutos después ya estaba Undermine, con baterista suplente, en el
escenario listos para romper cabezas y alguna que otra vertebra de la mano de
su Thrash furioso que dejaron plasmado en un disco que lanzaron recientemente.
Cuando terminaron su presentación el público quedó bastante manija, listos para
Sauron.
La banda de
los hermanos Larralde, Hernán Zicarelli y Claudio Fazio tocó los clásicos que todos conocemos entre los cuales estaba El color que calló del cielo (Love a Lovecraft) y presentaron un tema nuevo, dejando para el cierre Humo eléctrico, una de las canciones que
podemos escuchar en su último disco: El
último árbol sobre la tierra.
A las
21:25, luego de más de media hora de reacondicionar el escenario, ya estaba
Banda de la muerte para seguir rompiendo cabezas. Noté que entre sus filas no
se encontraba Martín Garde y en su
reemplazo estaba Santi Rua, de
Poseidótica.
La lista de
temas estuvo compuesta por siete canciones como Parte de mi historia, Ejército
de uno, Te estas dejando mentir y
El sol salió del sur, entre otras.
La fecha no
era apta para “blandos”, y estoy seguro que, si había alguno, se tuvo que
esconder cuando llegó el turno de Avernal.
Tocaron,
entre otras canciones: Revelación de La quimera de la perfección (2016); Voracidad y Condenado al olvido, de El
sangriento (2006); La resurrección de Miss Messias (2009) y Huacalera,
del EP Requiem para los rebeldes
Necrología Pt 1 (2011).
Los
encargados de cerrar esta fecha tan especial fueron los Poseidotica quienes
están de festejo por sus 15 años de rutas, en los que han lanzado cuatro
discos: Intramundo, en 2005: La distancia, en 2008; Crónicas del futuro, en 2011, y El dilema del origen, en el
2015.Tambien lanzaron un DVD llamado En
viaje hacia una nueva dimensión.
Como
siempre, nos poseyeron con los climas y matices que expresan a través de sus
instrumentos ganándose, como cada vez que lo hacen, un multitudinario aplauso.
Pero el más
sentido aplauso de la noche no fue por la música, ni para una banda en
particular ya que, en esta ocasión, todas fueron una sola. Todas fueron un solo
instrumento destinado a tocarnos el corazón para contribuir con una buena
causa. Es en estos momentos en los que el arte, más allá de la mística, puede
curar. Porque el arte, cuando es compartido de esta forma, logra la unión que
en tantos otros ámbitos (Como en la política, en la religión y en algunos
deportes) no pueden, y nos une como seres humanos, dejando de lado cualquier
pretexto egoísta e insensible.
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