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¿Cómo
empiezo a escribir este artículo? ¿Empiezo por el principio o por el maldito
final? ¿Existe el final? En cuerpo, en carne, claramente sí. Pero estoy
escribiendo sobre un artista con todas las letras y hasta si querés, te lo
pongo con siglas “A.R.T.I.S.T.A”. Se nos fue Chris Cornell a los 52 años. ¡La puta madre! El duelo fue largo y lo es aún. Fue
shockeante la noticia que una amiga, inocentemente, me tiró por la cabeza como si
fuera una bolsa llena de piedras. Dolió, duele aún. Pero es un hecho. Por
momentos creía (quería creer) que había sido un error. Esperaba que salgan a desmentir
esa joda de mal gusto: Internet da para inventar noticias que la gente comparte
sin antes chequear. Pero no. Nadie lo desmentía y cada vez era más real.
Siempre lo fue, pero no para mí. Las
horas pasaban mientras mi cabeza trataba de distraerse en el laburo. Me negaba
a sacarme la venda de los ojos hasta que, horas más tarde, abrí el Facebook y
me empapé con el llanto de las decenas de amigos y conocidos que tampoco podían
creerlo. Me bañé en realidad, en la dura pero verdadera realidad. Es fría y
pesada… Murió...
Desde el
momento que escuché la noticia pasé una semana sin poder escuchar nada que
tenga su voz. En la lista de reproducción que tengo en el laburo salteaba I am the highway y Showme how to live… Murió Chris Cornell...?
No. Dejame
vivir en mi ignorancia. Al menos por ahora.
Nunca jamás
me había pegado tan mal la muerte de una persona que no conozco, una persona
con la que nunca compartí una charla, una birra, un mate, nada. Pero esto es
arte. El arte se expresa a través de un medio, y somos los receptores los que nos
vemos sacudidos por ese mantra, esa energía, ese nosequé. No importan las distancias de kilómetros ni de tiempos,
importa el mensaje, importa la expresión, importa la sensación, el sentimiento
y la pasión… Murió... Chris... Cornell...
Mientras
escribo estas líneas, como hago siempre que escribo crónicas musicales, estoy
escuchando al artista en cuestión. En este caso escucho el primer disco de Audioslave. Esa joya que para mí es
unos de los mejores discos que existen y que van a existir… Murió Chris
Cornell...
Se me pone
la piel de gallina, los ojos vidriosos y se me forma un nudo en la garganta, aunque
su partida haya sido hace más de un mes (En este momento escucho, viajo, siento
I am the highway) Pero, como dije
antes, el duelo es largo. Ya pasé por la etapa de la negación, la ira y la depresión,
así, todas juntas. Mi corazón y mi sangre no pudieron seguir el orden que ciertos investigadores le adjudicaron a las cinco etapas. Tanto así, que aún estoy
negociando con la realidad para ver si al final la acepto.
Sí, lo sé.
Lo acepto. Murió Chris Cornell, pero su magia es eterna.
Gracias por
tanto arte Chris.