sábado, 28 de octubre de 2017

Reseña literaria V: La tregua - Mario Benedetti.

En contexto

A veces, cuando me aburro del encierro, se me da por salir a caminar la hermosa ciudad de Buenos aires. Si llevo plata encima y me agarran ganas de leer algo, o mejor dicho de descubrir una nueva lectura, ya que si fueran solo ganas de leer agarraría el libro de turno de mi mochila, me paro frente a los puestos de diarios y elijo lo que más me llame la atención.

El año pasado, no recuerdo bien la fecha, en una de mis escapadas nocturnas pasé por un puesto que tenía, entre tantos otros libros, una colección de Editorial Planeta de Mario Benedetti, un autor que no había leído antes. El gran abanico de posibilidades se había achicado a un solo autor. Solo me quedaba elegir un título.

Después de leer varias sinopsis, entre ellas estaban Adioses y bienvenidas, La borra del café, Montevideanos y el que finalmente compré: La tregua.
Primeramente, me atrapó el argumento, pero debo reconocer que antes de leer la sinopsis ya me había enamorado de la portada.

Lo leí en cuatro o cinco días (No soy una persona que termine un libro en un día, por más corto que sea). Pero al momento de decidirme por hacer esta reseña tuve que releerlo para refrescar mi punto de vista y mi crítica.

La tregua es una novela corta escrita por el uruguayo Mario Benedetti. Fue publicada en 1960 y llevada al cine en 1974. La adaptación cinematográfica argentina estuvo nominada al Oscar en la terna de Mejor película extranjera.
En México, en el año 2003 tendría su segunda adaptación al cine.


Reseña

En cuanto a la obra en sí, tengo que decir que me atrapó al instante. La historia es simple y no pretende ser mucho más, pero está bien contada por un autor que sabe describir muy bien lo abstracto y sabe meternos en la piel de un personaje. Al menos yo me sentí muy identificado con este, por lo que se me hizo fácil empatizar con él.

La novela está escrita en primera persona a modo de diario. Su narrador es el mismísimo protagonista: Martín Santomé, un oficinista viudo de cincuenta años y con tres hijos ya adultos que está próximo a jubilarse y ve como su vida está sumida en la monotonía. Es este el motivo que lo impulsa a registrar cada día con lápiz y papel.

Mario Benedetti

La historia nos mete en la piel de un hombre que está perdiendo la motivación y hasta los recuerdos de la felicidad, como el rostro de su difunta esposa, por ejemplo. Su vida se resume en la oficina, la pasividad de su hogar y la taza de café que sirve de excusa para desconectarse un rato mientras solo ve a la gente pasar por la vereda.

Su vida transcurre de esta forma hasta que conoce y posteriormente se enamora de Laura Avellaneda, una joven muchos años menor que él. Pero este no es obstáculo para esta fuerza mayor.
Algo que me hubiese gustado es que se profundice un poco más en las relaciones de Santomé con sus hijos, pero evidentemente el hecho de que no haya sido así, es también un punto buscado por el autor.
Leí muchas críticas negativas con respecto al final. Pero ¿Qué puedo decir? A mí me encantan los finales elípticos.

Mi peor crítica para esta edición no tiene que ver con la obra en sí, sino con la misma edición de editorial Planeta, ya que su prólogo prácticamente nos revela los detalles más sobresalientes de la novela. Un error que solo se puede esperar de una mala reseña literaria, pero no del mismísimo prólogo del libro. Por esta razón, si van a comprar la edición de Planeta, recomiendo saltearlo e ir directo a la historia que no tiene desperdicio.

Para cerrar, los dejo con estos tres pasajes extraídas del libro.

“Lo qué uno quiere de verdad, es lo que está hecho para uno; entonces hay que tomarlo, o intentar: en eso se te puede ir la vida, pero es una vida mucho mejor...”

“Tengo la horrible sensación de que pasa el tiempo y no hago nada y nada acontece, y nada me conmueve hasta la raíz”

“La seguridad de saberme capaz para algo mejor, me puso en las manos la postergación, que al fin de cuentas es un arma terrible y suicida”


Recomiendo leer 8/10

jueves, 5 de octubre de 2017

#1: En la cima





Soy un hombre que ama la naturaleza. Un oficinista que prefiere viajar kilómetros y kilómetros en busca de aire fresco, dejando atrás el agobio y el stress que me producen ésta gran metrópolis. Nunca estuvo en mi cabeza subir solo unos pisos para sentir la brisa del viento en la terraza de éste edificio. Pero hoy, habiendo llegado a mi límite de presión, subí guiado por una fuerza mayor que, a contrapartida, me dio la oportunidad de apreciar la hermosa vista que se logra desde acá.
Desde acá la gente parece una colonia de hormigas despreocupadas que camina libre de su reina. Los ibirapitá y los jacarandás son unas hermosas manchas verdes con florecientes detalles violeta y amarillo que inundan de vida el parque. El lago parece una acuarela que el sol transforma en un reflectante espejo de dimensiones titánicas.

La vida es arte, solo que no todos somos buenos espectadores. Sin embargo, me debo estar perdiendo de cientos de detalles debido a que los seres humanos no fuimos agraciados con la vista de un águila. Pero la belleza que alcanzo a ver es vasta. La vida es algo tan preciado cuando aprendemos a percibir la infinita belleza que la madre naturaleza guarda para nosotros.

Mi reflexión, tan profunda y sanadora es interrumpida cuando veo asomarse a un hombre por el balcón del edificio de en frente. Noto que mira hacia abajo. ¿Qué pensará? ¿Podrá, al igual que yo, apreciar la belleza del mundo desde lo alto?

Me sorprendo cuando veo que se sube al barandal y se sienta allí. ¿Se irá a arrojar? Acto seguido mira hacia abajo, luego levanta la cabeza y me ve. ¿Lo hará ahora que me vio? ¿Tendrá la posibilidad de recapacitar ahora viendo la vida desde otro plano? ¿Tendrá el coraje de hacerlo? ¿Será el también un cobarde?

Quien sabe lo que se le cruzó por la cabeza. Solo cerró los ojos y se dejó caer.

Y yo que toda la vida había creído estar solo en este mundo... es una pena que, justo en este día, haya encontrado a alguien como yo.

viernes, 25 de agosto de 2017

Lunes o Sabbath, el festival que es una ventana de escape en el inicio de semana.

 

Otro Lunes o Sabbath se llevaba a cabo en el mítico Club V y otra vez me hice presente.



Para quién no lo sabe, Lunes o Sabbath es un festival de bandas gratuito que se organiza los lunes en el ya mencionado Club V. Como si ir  ver bandas gratis fuera poco, también hay dos por uno en birra hasta las 00 hs. ¡No hay excusas para no ir! Como tampoco había excusas para llegar tarde… Los que me conocen sabe que siempre soy muy puntual. Incluso a veces llego antes que los mismos músicos que abren la fecha. Esta vez fue la excepción. Llegué tarde y el festival arrancó puntual. Sin palabras.

Debido a esto me perdí a la primera banda British bardo y, como no me gusta caretearla no puedo escribir nada sobre ellas. Si, Ellas. British bardo es un trío compuesto por tres mujeres. Queda la deuda con ellas. Espero poder verlas pronto.

Pero no solo me perdí la primera banda, sino que también me perdí parte de la segunda: Padres del Yermo, un cuarteto de stoner y space rock fundado en 2012.

Llegué en el momento en que el bajista y voz se dirigió al público con un pedido “¿Hay algún amigo que me convide con un trago?”. La respuesta fue inmediata y el vaso de cerveza llegó hasta sus manos. Pero para esto no hizo falta un amigo, gracias a que siempre hay alguien preocupado por la poca graduación alcohólica del prójimo.

Con canciones que van desde lo climático hasta el sonido más puro del stoner, la banda hizo danzar a unos pocos despojados de timidez que estaban entre el público, entre ellos, un joven envuelto en una bandera que no paró ni un minuto.

Padres del Yermo es:

Mauro Bianchi: Bajo y Voz.
Iván Santamaría: Guitarra.
Diego Farías: Batería y Coros.
Quequi González: Sintetizadores

En 2016 editaron su primer disco, que podés escuchar acá mismo.

 

Cuando Matías me preguntó si podía cubrir esta fecha, vi el evento y dije que sí. Pero no había prestado demasiada atención al nombre de la banda que venía a continuación. Norep aviv. Debe ser alguna frase en latín, pensé. “Dejar vivir” fue lo primero que se me ocurrió. Pero no. No hay latín ni ningún otro idioma, solo un juego de palabras. Para el que aún no se dio cuenta le pido que lo lea con atención.

Dejando de lado este tema, vamos a hablar de su show que empezó a las 20:20 hs. Comenzaron agradeciendole a la gente que vino desde La plata (De allá son ellos) a hacerles el aguante a la que era su primera presentación en Club V, pero no en capital.

Más allá de su muy buena propuesta, un stoner bizarro, por llamarlo de alguna manera, me sorprendió ver el aguante que tenían debajo del escenario. No solamente de los que hacían pogo, sino también de los que estaban filmando a cuatro cámaras. ¡Ojalá todos pudieran jugar así de visitantes!

Como mencioné antes, había mucho aguante por parte del público. Tanto que uno de ellos casi termina mordiendo el borde del escenario al estilo de la famosa escena de American history X.

Uno, como cronista (ponele) o, mejor dicho, como persona que escribe, siempre necesita material sobre el cual escribir, más allá de lo musical. En este caso, Norep aviv y su gente me dieron material de sobra.

Como datos de color debo mencionar, primero, que tres de sus cuatro integrantes tocan con un pañuelo tapando su rostro, dejando solo sus ojos al descubierto, y que además hicieron una versión pesada de la marcha peronista desatando el descontrol y hasta las risas en la gente.

Otro dato importante que tengo que mencionar es que entre sus filas hay una mujer detrás de los parches. La ya conocida por el portal, María Paz Miqueo. (Entrevista a ella  acá).

Ya en el final de una presentación más que destacable y bien al palo, tocaron un tema que cantó el bajista, quien llegado un momento dejó el bajo de lado para enfocar toda su rabia y su energía en el micrófono.

Sin dudas que la energía que transmiten desde el escenario se ve muy bien reflejada debajo del mismo.

Norep aviv es: (sic)

El Charles (666ta viola)
La Turbia (Tarros del mal)
El Rama (Defectos de sonido y gritos de guerra)
El Comandante (ruido y eruptos)

 Acá podés escucharlos

https://www.youtube.com/watch?v=dKMALrcWb78

 

Llegó el turno de Delirium extremus Miro hacia el escenario y por un momento dudo… ¿El bajista es el mismo que hace un rato la estaba agitando como si se tratase del show despedida de Hermética? Daba la impresión de que no podía mantenerse de pie y ahora se cargó el bajo y se subió el escenario. De locos.

Acá quiero abrir un paréntesis para hablar un poco sobre lo que es hacer música. Yo, como oyente y espectador, nunca pretendo presenciar un solo de guitarra súper prodigioso y de 7 minutos, ni cortes de batería con 170 golpes por segundo, ni que el bajo suene como lo hacía sonar Cliff Burton. A mi dame una banda que toque como Delirium extremus y estoy más que conforme. Contundencia, fuerza, distorsión y energía.

La distorsión del bajo me sonaba familiar. En un momento me acerco para ver qué efecto tenía, y mis dudas se despejaron. ¡Big muff, papá! Me recordó a la época en la cual había empezado a tomar clases de bajo y me equipé con un Washburn de 5 cuerdas y ese mismo pedal. De más está decir que jamás lo hice sonar de la manera que lo hizo el Chino, que además era la voz del trío. La banda se completa con Rama, en guitarra, y Leito, batería.

Si querés escuchar Stoner crudo y con huevos, escuchá a Delirium extremus. Y si es en vivo, mejor. La banda de formó en el 2008 en Los Polvorines y cuenta con tres discos editados: Cof cof (2013), Caminos inciertos (2014) y Psicomarginal (2015).

Este último es el que elegí para que escuchen los que tengan ganas de conocerlos.

https://www.youtube.com/watch?v=lGNxB8PJALA&t=365s

 

martes, 22 de agosto de 2017

Montañas presentó Cargados de furia los cuerpos resisten, su segundo disco, en The Roxy.

 

Llegando a finales del 2016 Montañas entraba en el estudio para grabar su segundo material (Primer Larga duración). En mayo del corriente año, tras una espera que, ansiedad latente, se hizo larga, lanzaron al mundo Cargados de furia los cuerpos resisten.

El nombre del disco, directo y poético, nos invita a interpretarlo. Eso, sumado al exquisito arte de tapa, nos daban la pauta de que el contenido iba a ser otra obra de arte, al igual que aquella que contiene su EP homónimo, lanzado en 2014, y el cual, después de tanto tiempo, ya tengo en mis manos.

A principios de Junio se anunció la fecha para presentar el disco. Ellos mismos la describieron como “La fecha más importante de la historia de Montañas”. Sería en el Roxy y con Los drágula como invitados especiales.

 


Las puertas del lugar se abrieron a las 20 hs y tan solo quince minutos después, cuando yo estaba cabeceando con Dam that river de Alice in chains, se oye al baterista marcar el tiempo en el hihat. Los telones se abrieron dando comienzo al show de Los dragula.

El trío metalero de Lanús está conformado por Nicolás Rivas, al mando de un bajo de cinco cuerdas, Diego Frandolich, a cargo de una guitarra de siete cuerdas y la voz aguda, y Emiliano Lovotti, quien se encarga de los parches y de la voz grave y gutural.

Luego de tocar su potente repertorio, entre los cuales se destacaron algunas canciones que Lovotti definió como "Una canción de amor" (De amor al bardo auditivo, en todo caso) se despidieron agradeciendo encarecidamente a la gente que se había acercado temprano para ver su presentación y, por supuesto, a sus amigos de Montañas por haberlos invitado.

 

A las 21:10 hs comenzaron a oírse sonidos de tormentas que perduraron por, más o menos, un minuto. Luego el telón se abrió y la presentación oficial se hizo realidad: Cargados de furia los cuerpos resisten, ahora, es de la gente.

Acompañado de proyecciones que mostraban viajes a través de galaxias, constelaciones y un cielo estrellado, dieron el puntapié inicial con Constelaciones y, más tarde, con Cargados de furia. Tracks 6 y 4 del disco.

“Saben que para nosotros tocar en un lugar así es un flash” Expresó Diego Neri, la voz de este cuarteto de Sludge metal luego de haber visto la cantidad de gente que había concurrido a esta fecha tan importante.

La formación de la banda es completada por Ramiro Suárez en guitarra, además de ser la voz en Atado a mis huesos, Emilio Paravisi en batería y, finalmente, Andrés Villanueva a cargo del bajo.

 

La tercera canción de su show fue una de su EP homónimo lanzado en el 2014, Atavico. Luego continuaron con El ultimo planeta, La espera, con un amigo de la banda tocando el cello, yTodo el dolor.

“Muchos temas del disco ya lo venimos tocando desde hace un par de años. Este se llama La perdida y es la primera vez que lo vamos a tocar” Dijo Diego antes de tocar esta obra de más de siete minutos de duración. Más tarde presentaría el siguiente tema con un mensaje de aliento:

“El Rama en este nuevo disco canta un tema. Aguante eso loco, que la gente se anime a cantar” Dicho tema es Atado a mis huesos y contó con la colaboración de un amigo de la banda a cargo del bombo legüero.

Mientras estaba sonando Perro del infierno, uno de los fierros de la batería de Emilio aparentemente se desarmó o se rompió. Nunca llegué a entender muy bien lo que pasó. Igualmente fue un problema que para muchos pasó desapercibido.

Ennio es una de las canciones que pertenecen a su EP, pero que claramente no podían faltar esta noche. Luego tocaron Eterna la muerte, para luego volver a tocar una del EP, tal vez el clásico de la banda que a futuro podría convertirse en su himno: Corriendo con lobos.

“Este tema, ya saben, es para los pibes que están acá, que vienen siempre”

La gran oscuridad fue marcando el final de esta gran fiesta. Cierre que, al menos en primera instancia, fue con Todo el poder. Pero, una vez finalizada dicha canción, y gracias al empuje del público, se pudo sacar un poco más de poder para tocar una más.

 “Gracias amigos. Sin ustedes esto no sería posible” Se había despedido Diego, pero…

 “¿Hay tiempo para uno más?” Luego del OK recibido desde la cabina de sonido Diego hizo otra pregunta con respuesta más que obvia:

“¿Hacemos una de los Ramones?”

Y así fue nomás. El cierre definitivo estuvo a cargo de Commando, de los mencionados The Ramones.

Andrés Villanueba, bajista de la banda, dejó el bajo apoyado, no sé si porque la manija lo superaba o porque se vio envuelto en un problema que no pudo resolver a tiempo, y decidió prescindir de los graves para el cierre. En su lugar decidió convertirse en uno más del público y agitarla, primero desde arriba del escenario y luego debajo, donde hizo un poco de pogo junto a la gente que lo terminó levantando y llevando en andas durante un momento.

Cargados de furia los cuerpos resisten tuvo una presentación que cumplió con las expectativas y estuvo a la altura del mismo.

 


Este artículo fue publicado originalmente en Bateros argentinos.com (2017)

 

martes, 15 de agosto de 2017

"Poseiculto" El apocalipsis tiene nombre, y suena tremendo. Posidotica y Sur oculto en Niceto.

 

Desde el momento que supe que iba a cubrir esta fecha, entendí que no podría escribir una crónica con el formato y el estilo de las que estoy acostumbrado: Un recital diferente amerita escribir algo diferente. Las palabras durante el show iban a ser muy pocas, casi nulas, solo algún intercambio con el público. Pero este intercambio, esta interacción por parte de los de arriba del escenario, evidentemente sería, casi en su totalidad, mediante el lenguaje musical. Pero sabía que debajo del mismo la interacción, alimentada por estados, emociones y viajes auditivos y visuales, sería mediante palabras de aliento, de sorpresa y de euforia.

¡La música sin voz alza la voz para gritar que esta escena está que quema!




Translúcido, Sur oculto y Poseidótica elevaron la apuesta de una movida de bandas meramente instrumentales que está en pleno apogeo, llevando a cabo un extenso show cargado de climas de todo tipo y de visuales que nos ayudaban a entender los viajes que proponían a través de los instrumentos y de una puesta en escena nunca vista (al menos por mí).



Translúcido, por suerte para los que escribimos reseñas de discos o recitales, se define como una banda de “Electro Go”. Digo “por suerte” porque de lo contrario sería imposible describir con tan pocas palabras su sonido, ya que mezclan jazz y funk con rock, psicodelia y un pop ochentoso.

Los inicios de la banda datan del 2010 y está integrada por Martín Rizzola en teclas y percusión, Manuel Acosta en guitarra, Ramiro Rodriguez Goitia en bajo eléctrico y Mariano Greiner en batería. Cuentan con dos discos editados: Bioma, en 2013 y El último latido de Lao, en 2017.


En cuanto a su show, que arrancó a las 20:20 hs, comenzaron mostrando su faceta más experimental, mezclando mediante el sintetizador sonidos de pop-rock ochentoso y synth rock. Fue un comienzo apto para los oídos más sensibles y abiertos musicalmente. Pero más tarde se despacharon con su arsenal más rockero y, ya entrados en el final, luego de tocar El sonido del trueno (Bioma), se despidieron con un fragmento de School, de Nirvana. Lo que había comenzado de una manera un tanto más amena y climática, se terminó yendo al carajo con un final bien al palo.

Pero no conformes con esto, también tenemos que mencionar las proyecciones y los juegos de luces que, sin un gramo de azar, sumaban peso a la propuesta que nunca tuvo intenciones de ser únicamente musical.

“Es un honor tocar junto a bandas de tanto recorrido”

Fueron las palabras que bajaron del escenario antes de cerrarse los telones.

“Un aplauso para ustedes por apoyar esta propuesta diferente”

Los aplausos se hicieron oír, los telones se cerraron y finalmente todos quedamos a la espera de la segunda banda, una que se llama Sur oculto

Los Sur oculto salieron, como siempre, decididos a romper cabezas con su repertorio esquizofrénico y despiadado. El trío cordobés, conformado por Sebastián Teves (bajo), Emanuel Borgna (batería) y Andrés Arias (teclas) está quizás en el mejor momento de su carrera que comenzó allá por 1999.

PH: Nicolás Roldan

Lo que hacen arriba del escenario es de locos. Jazz, rock, heavy metal, rock progresivo, funk… Todo esto mezclado de una manera muy precisa y natural. Nada parece forzado. Ninguna nota parece estar de más. No les sobra ni les falta nada. Por esto y por mucho más, no hay oído que pueda resistirse. No hay pecho que no tiemble con los graves que tira Teves. No hay cabeza que se quede fija, con la mirada clavada en un punto por más de unos pocos segundos. Diría que tu cuerpo y tus oídos caen rendidos por las melodías e hipnotizados por un mantra que cambia de textura y de estado y se te mete adentro para poseerte a su antojo.

Tengo la certeza de que ver en vivo a Sur oculto es “amor a primera escucha”. Me pasó a mí, les pasó a amigos, a amigos de amigos, etcétera. Hasta me di el lujo de hacer una especie de experimento con unos amigos, llevándolos a una fecha sin decirles qué bandas tocaban. Claro, tocaba Sur oculto. Y claro que también fue amor a primera escucha.

Creo que me estoy yendo un poco al carajo, tengo que hablar del show que dieron la noche del 12 de Agosto, pero es imposible callar las voces de mi cabeza que me dicen que escriba absolutamente todo, que no reprima ni una sola palabra. También hay otras voces, un poco menos insistentes, que me dicen que sea más objetivo. Pero después me acuerdo que no soy periodista y que solo escribo porque me nace hacerlo, y las voces se callan.

Hecha esta introducción, llegó el momento de hablar de su show.

Luego de un comienzo fallido tras sufrir un inconveniente con el bajo, comenzó, a las 21:20 hs la obra del trío cordobés.

La obra maestra que pertenece a su último disco editado en 2011, se llama Elefante. Debo pensar que el nombre hace referencia a la fuerza de este animal. Escuchar esta tremenda obra es el equivalente a que una estampida elefantes te pasen por arriba, ida y vuelta, mínimo cuatro veces.

Así, tapados por una avalancha musical, finalizó la presentación del trío.

¡De Sur oculto no se vuelve, vieja!

Ahora te estarás preguntando quien se atrevería a tocar después de estas bestias. Quien tendría los huevos de salir a dar la cara después de tamaña presentación. No hay muchas opciones para barajar. Dicen que después de la tormenta viene la calma. Pero no en este caso, porque después de esta tormenta se viene otra tormenta, un tanto más eléctrica y con vientos provenientes de un futuro apocalíptico, que han bautizado como Poseidotica.


PH: Nicolás Roldan

Poseidotica vio la luz en el año 2000 y es, junto a los ya mencionados Sur oculto, la banda que lleva la bandera del Rock instrumental, rock expansivo, Progresivo o como se les quiera denominar.

El cuarteto está conformado por Hernan Miceli (Guitarra), Santi Rua (Guitarra),
Martin Rodriguez (Bajo) y Walter Broide (Batería).

Llevan editados cuatro discos de estudio: Intramundo (2005), La distancia (2008), Crónicas del futuro (2011) y El dilema del origen (2015).

Siendo esta la cuarta o quinta vez que los veo en vivo, no pensé en sorprenderme con su show que ya conocía (o creía conocer) desde hace más de dos años. Pero lo que yo no sabía es que nunca los había visto en un show organizado por ellos mismos, con la posibilidad de brindarse al 110%.

Los telones se abrieron, y con ellos, se abrió la puerta a un futuro en el que los seres humanos aparentemente no dominamos.

El escenario se había convertido en una especie de laboratorio de máquinas. En él, bajo una espesa oscuridad, había 4 seres inmóviles. Seres con figura humana, pero compuestos por pedazos de chatarra, cables y conectados entre sí mediante caños flexibles.

Al cabo de unos segundos aparece una persona portando un dispositivo con forma de pistola que apoyaba sobre el cuello de los cuatro seres inmóviles, dotándolos de movimiento.

Así, con Aeroruta y con una puesta en escena pocas veces vista en la escena local, comenzó el show de Poseidotica.

Ph: Nicolás Roldan

Antes teníamos melodías sobre melodías, capas sobre capa de música creando atmósferas de sonidos llevando la mente hacia lugares solamente imaginados, también, como si este estímulo fuera poco, teníamos proyecciones de todo tipo. Ahora a esto tenemos que sumarle esta tremenda puesta en escena que termina de cerrar una idea, contextualizando de mejor manera su música. No sé exactamente hace cuanto tiempo que vienen brindando este tipo de shows, pero como para mí es algo nuevo lo tengo que resaltar y lo haré hasta el hartazgo.

La lista siguió con Paralexis, Hidrofobia y Sueño narcótico, entre otras. Luego se cerraron los telones para reaparecer quien sabe con qué plus.

Acá hago un paréntesis para hablar de la justeza de estos cuatro androides. Solo se puede llegar a este nivel de ejecución tras años de trabajo y profesionalismo. Pero hay algo que quiero resaltar, y es que, siendo también baterista, no puedo evitar mirar con total admiración a Walter Broide. ¡Cuánta técnica y cuanta sangre junta!

Cuando los telones reabrieron, una voz robótica anunció que se sumaban tres androides más al escenario. ¿“Surodótica”? ¿“Poseiculto”? El nombre es lo de menos. Poseidótica y Sur oculto compartiendo escenario es apocalíptico.

Juntos tocaron El áspero, y Niceto tembló con los graves de Teves y Martín Rodriguez, con las guitarras de Rua y Micelli, con los golpes de parches, platos y otros elementos percusivos de Broide y Borgna, y con las teclas de Arias.

Luego de esta aplanadora musical siguieron con El dilema del origen y El alma de las máquinas, para dar paso a otro invitado especial, que la voz robótica también presentó informando que iba a hacer un breve repaso por la historia.

Se trató de Ary Garay, quien se cargó la guitarra alzó la voz para homenajear a Led Zeppelin. (Error 404)


Este artículo fue publicado originalmente en Bateros argentinos.com. Parte del mismo se perdió en la infinita red.

 

 

 

 

 

martes, 1 de agosto de 2017

Sauron detonó Club V. Sauron lo hizo de nuevo.

 

Si la noche del 29 de Julio hubiese caído a Club V cual paracaidista, no me hubiera costado demasiado tiempo darme cuenta de quién podría llegar a tocar. ¿El motivo? Entre el público, que por cierto llenó cada rincón del recinto, había muchísimos músicos. Entre ellos, por ejemplo, pude reconocer a integrantes de Pulpo negro, Poveglia, Güemes, Katalepsia, Sutrah, Barbarie, Malicia, Camiones en la casa, Poseidotica y Banda de la muerte. ¿Acaso esto significa algo? Claro que sí. Significa que, sea lo que sea que iba a pasar arriba del escenario, estaba a la altura de oídos bien entrenados y afilados. El público colmó el lugar religiosamente como cada vez que se presenta Sauron, incluso más. Porque créanme que se complicaba hasta ir a la barra a comprar algo para tomar.




Y ya que hablamos de tomar, podría decir que Sauron es el trago perfecto para el invierno: Son como un Whisky añejo de 25 años que puede ser saboreado por cualquier paladar, pero que solo los mejores catadores podrán disfrutar al máximo su sabor y, dejando de lado las metáforas, su arte.

Como mencioné antes, Club V está repleto y clama, suspira, late por la legendaria banda.

Los primeros en aparecer en el escenario, mientras sonaba Stranger in the night, de Sinatra, fueron Hernán Zicarelli (Bajo) y Claudio Fazio (Batería). Luego fue el turno de JB Larralde (Guitarra).

Aproximadamente a la una de la madrugada apareció El pato Larralde con un vino en mano y luciendo unos lentes, por los que más tarde bromearía al pedir perdón:

“Es que me quiero parecer al cantante de Los Antiguos”

Una vez terminado El árbol caído II (El color que cayó del cielo), canción con la cual suelen abrir sus presentaciones, siguieron con La luz mala (Sobrenatural) y después metieron tres al hilo de uno de sus mejores discos, editado hace nada menos que diez y ocho años: El color que cayó del cielo.

Dichas canciones fueron Madura el limón, la segunda fue la que le da el nombre al disco, y la tercera es una que, según palabras del Pato, hace mucho que no tocaban: Al conocerse.

Como es costumbre, El pato le dedicó unas palabras al público presente y agradeció por llenar el recinto.

Así como hicieron un breve repaso por su segundo disco, ahora es momento de llevar los oídos de los viejos seguidores al 2009, año en el que se editó su cuarta y muy bien criticada placa, La guerra del fuego.

Las canciones de fueron los tracks 1, 5 y 7. Mis demonios, El cuento del fin del mundo y Niño lobo, respectivamente.

Las luces del escenario se apagaron y las piezas sobre el mismo comenzaron a moverse. Los músicos subieron a tomar un respiro mientras que el público aprovechó esos minutos de receso para acercarse a la barra.

En esta parte aprovecho para sumar mi experiencia al ver a esta banda por quinta vez. Como siempre, me mantengo un tanto aislado, pero cerca de todo, alerta. Estoy ahí, medio oculto, camuflado y preparado para escuchar las críticas y las opiniones variadas del público. Más allá de que la gran mayoría de la gente era público habitual de Sauron, habían otros que no. Como por ejemplo esa persona que llevó a un amigo al cual le daba todo tipo de detalles sobre cada canción que iban tocando.

“Esta canción tiene como veinte años” “Esta es un himno”

Por otro lado, estaban los que más la agitaban al sentir las canciones y las interpretaciones bien a flor de piel. Los que gritaban canalizando tanta euforia y los que debatían casi filosóficamente sobre el show y sobre la extensa trayectoria del cuarteto.

En la segunda parte del show, hicieron un repaso más exhaustivo pasando por toda su discografía. Desde Cruces y Mensajes del viento, de su disco debut, allá por 1997, hasta Esos tipos y A la distancia, canciones que serán parte de su próximo disco Los ojos del cuadro. No si antes pasar por su, hasta el momento, último disco El último árbol sobre la tierra, con dos canciones como La mueca del dominante y Humo eléctrico, y por La guerra del fuego, con Pus de león y Conjuro.

Fueron un total de 16 canciones. 2 de su disco homónimo (1997), 4 de El color que cayó del cielo (1999), 1 de Sobrenatural (2003), 5 de La guerra del fuego (2009), 2 de El último árbol sobre la tierra (2012) y 2 canciones hasta el momento inéditas, más allá de que las vienen tocando desde fines del año pasado. Justamente antes de retirarse del escenario, El pato se refirió a esto:

“Nos vemos en la próxima, si Dios quiere, con disco nuevo”

 

Sauron colmó club V. Sauron lo hizo de nuevo.



Este artículo fue publicado originalmente en Bateros argentinos.com

 

 

jueves, 20 de julio de 2017

Ciclo No Nómade: Un espacio de igualdad cultural en Morón, Buenos aires.

 

El pasado sábado 15 nos fuimos hasta Morón, más precisamente hasta Detroit Club, para presenciar una nueva edición del Ciclo No nómade, un festival de bandas que lleva muchos años poniendo bien alta la vara de la autogestión.


En esta edición se presentaron cuatro bandas totalmente diferentes entre sí, dándole más importancia, no a la corriente musical de la cual provengan cada una, sino al arte en sí mismo. Algo que dejan en claro con el lema del ciclo: “Un espacio de igualdad cultural”.

La primera de ellas fue el trío Poveglia, quienes se encuentran despidiendo su primer disco: Yersinia pestis, ya que, su predecesor, está en pleno trabajo de postproducción.

PH: Nicolás Roldan


El trío conformado por Martol en guitarra y voces, Matías Macrett en batería y Diego Zacarra en bajo y voces, hacía su debut en el ciclo y, a pesar de que el sonido no acompañó del todo, su presentación comenzó a marcar el camino para todos los asistentes que fueron de a poco copando el lugar.

Las canciones que sonaron, entre otras, fueron: Las huellas, Yersinia pestis, El centro del universo y La ciudad sin nombre.

La siguiente propuesta de la noche, y sin dudas la más original, se trató de Hungría, un dúo instrumental bastante loco conformado por Diego Manatrizio en guitarra y Facundo Semerena en la batería.

PH: Nicolás Roldan

Tocaron canciones del que hasta el momento es su único disco Magyarország vagy halál.

Su música experimental se traduce en una guitarra que juega con efectos y loops, formando capas de sonidos que se complementan con una batería por momento frenética y por momentos un poco más climática. Con golpes bien sincopados y constantes cambios de tempo. Su música es un Rock experimental o Meth rock, muy bizarro por cierto. Algo que terminamos de entender cuando vemos la tapa de su disco o cuando conocemos los nombres de las canciones, como por ejemplo Un gordo pelado corriendo hacia vos con una rata en la boca. Una propuesta que merece ser difundida.

Kjjjjjjjjj… si, leíste bien, no es un error de tipeo, es una banda de Rock experimental conformada en el 2014 por Mariano Membrives en guitarra, Nicolás Esparrach en el Bajo, Lorenzo Schiavo en batería y Juan Manuel Zárraga a cargo del piano y los Sintetizadores.

PH: Nicolás Roldan

Al igual que Hungría, su enfoque artístico es meramente instrumental y progresivo. Pero su sonido es más ambiental, y menos esquizofrénico. Las composiciones que podemos apreciar en su disco debut juegan con los climas y las melodías de una forma que te enamoran y te llevan de paseo por sus 27 minutos de duración.

El plato fuerte estuvo a cargo de la banda de las “tres hachas”, Sick porky. El sexteto que viene demostrando un crecimiento avasallador, eligió al Ciclo no nómade como última parada, antes de la presentación oficial de su cuarto LP Alucinatorio, en el teatro Vorterix.

Ph: Nicolás Roldan

Sick porky es: Carlos Villafañe - Voz
Leandro Spatola - Bajo
Jeremias Stutz - Guitarra 
Mariano " El tata" Martinez - Guitarra
Leandro Mousseaud - Guitarra
Manuel Sibona – Bateria

El sexteto se vio obligado a acomodar algunas piezas debajo del escenario, transformando la velada en una especie de íntimo. Dieron el show más largo de la noche conformando una lista de (Error 404)



 L reseña se encuentra incompleta debido a que se perdieron algunos datos.

Este artículo fue publicado originalmente en Bateros argentinos.com (2017)

sábado, 24 de junio de 2017

Adiós Chris Cornell


Dale play



¿Cómo empiezo a escribir este artículo? ¿Empiezo por el principio o por el maldito final? ¿Existe el final? En cuerpo, en carne, claramente sí. Pero estoy escribiendo sobre un artista con todas las letras y hasta si querés, te lo pongo con siglas “A.R.T.I.S.T.A”. Se nos fue Chris Cornell a los 52 años. ¡La puta madre! El duelo fue largo y lo es aún. Fue shockeante la noticia que una amiga, inocentemente, me tiró por la cabeza como si fuera una bolsa llena de piedras. Dolió, duele aún. Pero es un hecho. Por momentos creía (quería creer) que había sido un error. Esperaba que salgan a desmentir esa joda de mal gusto: Internet da para inventar noticias que la gente comparte sin antes chequear. Pero no. Nadie lo desmentía y cada vez era más real. Siempre lo fue, pero no para mí.  Las horas pasaban mientras mi cabeza trataba de distraerse en el laburo. Me negaba a sacarme la venda de los ojos hasta que, horas más tarde, abrí el Facebook y me empapé con el llanto de las decenas de amigos y conocidos que tampoco podían creerlo. Me bañé en realidad, en la dura pero verdadera realidad. Es fría y pesada… Murió...

Desde el momento que escuché la noticia pasé una semana sin poder escuchar nada que tenga su voz. En la lista de reproducción que tengo en el laburo salteaba I am the highway y Showme how to liveMurió Chris Cornell...?

No. Dejame vivir en mi ignorancia. Al menos por ahora.

Nunca jamás me había pegado tan mal la muerte de una persona que no conozco, una persona con la que nunca compartí una charla, una birra, un mate, nada. Pero esto es arte. El arte se expresa a través de un medio, y somos los receptores los que nos vemos sacudidos por ese mantra, esa energía, ese nosequé. No importan las distancias de kilómetros ni de tiempos, importa el mensaje, importa la expresión, importa la sensación, el sentimiento y la pasión… Murió... Chris... Cornell...

Mientras escribo estas líneas, como hago siempre que escribo crónicas musicales, estoy escuchando al artista en cuestión. En este caso escucho el primer disco de Audioslave. Esa joya que para mí es unos de los mejores discos que existen y que van a existir… Murió Chris Cornell...

Se me pone la piel de gallina, los ojos vidriosos y se me forma un nudo en la garganta, aunque su partida haya sido hace más de un mes (En este momento escucho, viajo, siento I am the highway) Pero, como dije antes, el duelo es largo. Ya pasé por la etapa de la negación, la ira y la depresión, así, todas juntas. Mi corazón y mi sangre no pudieron seguir el orden que ciertos investigadores le adjudicaron a las cinco etapas. Tanto así, que aún estoy negociando con la realidad para ver si al final la acepto.

Sí, lo sé. Lo acepto. Murió Chris Cornell, pero su magia es eterna.


Gracias por tanto arte Chris.

lunes, 12 de junio de 2017

Las aventuras de Pompeya: Parte II



El reloj de pared, del que había estado pendiente durante la última media hora, dio las nueve. Totalmente hecho mierda finalizaba otra noche de arduo entrenamiento en el gimnasio y en el ring.
A cuatro meses de haber empezado a tomar clases de boxeo me sentía más ágil que Dhalsim. Sentía, además, que había adquirido una gran fuerza y veloces reflejos. Ansiaba poder encontrarme frente a una situación propicia, ante la provocación de algún desafortunado e irascible transeúnte que me dé la oportunidad de demostrar la dureza de mis golpes, la velocidad de mis piernas y mis infalibles reflejos. Debo reconocer que he llegado a provocar a más de uno amparado tan solo por una tonta excusa. Como aquella vez en Puerto Madero que me puse a mear los candados ante la mirada de la feliz pareja acababa de colocarlos como símbolo de su unión. Pero nunca nadie, ni siquiera aquel feliz novio, tuvo la desgracia de reaccionar.
Aquel día sería la excepción ya que no me encontraba con las fuerzas necesarias como para buscarle pelea a alguien. No estaba en condiciones de soportar un golpe, ni siquiera de lanzar uno.
Saqué mi mochila del locker y sin más vueltas, sin siquiera darme una ducha, me despedí de mis compañeros y del entrenador. Solo quería llegar hasta la comodidad de mi hogar, ducharme y descansar.

Emprendí, como siempre que volvía a pie, el camino más largo, pero menos transitado de todo Pompeya. Alrededor de la quinta manzana, a medida que me acercaba a una esquina, comencé a escuchar voces algo subidas de tono. Me reposé contra la pared y me acerqué lo más que pude. Supuse que se trataba de una discusión. Lo comprobé luego de escuchar que se insultaban a sus madres y hermanas. Entonces pensé ¿Qué persona con sangre en las venas permitiría que insulten el honor de la mujer que nos trajo al mundo? ¡Nadie! O al menos yo no. Y por lo visto uno de ellos tampoco porque escuché ese particular sonido seco y contundente de una trompada bien pegada. El que recibió el golpe emitió un leve gemido y al parecer le devolvió la trompada. En ese momento las voces se entremezclaron mucho y llegué a estar confundido hasta que me di cuenta de que eran tres personas y no dos. ¿Dos contra uno? Eso es injusto, mire por donde se lo mire. Me voy a tener que meter, pensé. Debería emparejar la pelea. Elongué un poco mis cansados músculos, suspiré profundo y salí de mi escondite quedando expuesto a tres metros de la trifulca. Traté de tomar una postura intimidatoria y, cuando me preparé para decir con voz de héroe, que lo dejen en paz... se me atoraron las palabras. ¡Eran tres contra uno! Y lo tenían acorralado. Los abusones detuvieron la golpiza y me lanzaron miradas desafiantes y hostiles.

-Seguí de largo amigo- Me dijo el más bajito.

A ese lo bajo de una- pensé.

-Ey ¿sos sordo? ¡Tomatelás!

Ése era más alto, pero bastante flacucho. Seguramente con un buen gancho en la boca del estómago lo dejo fuera de combate.

-¿Qué te pasa? ¡¿Querés cobrar vos también?! -Me dijo el gordo grandote mientras se me venía encima.

-No, no. Todo bien. -Dije extendiendo mis brazos para intentar detenerlo.

El gordo por suerte se detuvo.

-Quería preguntarles si les hace falta una mano. -Bromeé, forzando una leve sonrsisa. Pero nadie rió. -Sigo... derecho. -Les dije con voz temblorosa. Miré a los ojos al pibe que estaban golpeando. Éste ni siquiera dijo una palabra. Entonces agaché la cabeza y crucé la calle.
Caminé unos metros hasta que dejé de sentir sus miradas en mi espalda. Esperé a escuchar algún golpe para cerciorarme de que estén distraídos y me di vuelta. Estudié la situación y arremetí contra ellos con un ataque Kamikaze.

¡Plumm! Fue el sonido del gordo al caer noqueado por mi sorpresivo golpe en la mandíbula. Claro, primero tenía que sacarme de encima al más grandote.
Los otros dos se sorprendieron, me miraron de forma extraña y se me vinieron encima. El flaco alto me tiró un derechazo que esquivé sin esfuerzo alguno, quedando su estómago como blanco perfecto para mi gancho descalificador. No conforme con eso le doy un buen izquierdazo y lo hago morder el cordón. El más petiso se había detenido luego de ver caer a su amigo, me miró con el terror reflejado en sus ojos, y salió corriendo.
Soy un héroe, pensé inflando el pecho mientras lo veía doblar la esquina. Después giro la cabeza y lo veo al pobre pibe levantarse muy adolorido. Se limpió la sangre de la boca con el antebrazo. Y yo le pregunté.

- ¿Estás bien?

Y así nomás, de la nada, me dio un izquierdazo directo a la mandíbula. Y todo se me puso negro.


Desperté algunas horas después en un hospital con un terrible dolor en el mentón y en el lado izquierdo de la cabeza. Me preguntaba qué había pasado. No recordaba nada. Recién luego de unos minutos recordé que el pibe al cual había salvado de que le rompan la cabeza a trompadas era quién me había noqueado. Se me llenó el culo de preguntas. ¿Por qué me había pegado si lo acababa de salvar? ¡Es un desquiciado de mierda! ¿O acaso también será un pelotudo que va por la vida en busca de una oportunidad para demostrar sus dotes de boxeador?

martes, 23 de mayo de 2017

Las aventuras de "Pompeya"

        

          Siendo una hormiga más de la gran colonia de cemento llamada Buenos aires −o dicho en criollo: siendo un infeliz laburante del barrio de Pompeya− jamás creí que me fuera posible sentir amor por la mismísima madre naturaleza.
Mi atrofiada conciencia, programada por un sistema materialista, solo se limitaba a creer en el amor hacia un vehículo o, en su defecto, hacia una persona. Con estas creencias andaba por la vida hasta que, un jueves cualquiera, me llego una invitación con un boleto a la Patagonia. Por suerte era verano porque si no ni en pedo me voy al sur a cagarme de frio.

Aunque el motivo de aquella invitación no fuera razón para celebrar debo reconocer que me alegró mucho ya que necesitaba un cambio de aire. Al fin y al cabo, Susana era una tía lejana que ni siquiera, en mis 25 años de existencia, había conocido y por lo tanto no merecía llevarse de mi ni una lágrima, ni siquiera un sollozo.

El viaje fue largo pero provechoso ya que, con la mente despejada, pude darle otra oportunidad a Siddhartha, libro con el cual meses atrás me dormí a la quinta página. Claro que ahora no fue la excepción. Solo que ésta vez logré leer casi la mitad. ¡Provechosa lectura! Me ayudó a darme cuenta que el problema no era el stress.

Ya en la ciudad de el Chalten, saludé cortésmente a aquellos familiares que jamás en mi vida había visto y de los cuales mis difuntos viejos prácticamente no me habían hablado. (Por algo será ¿No?) Y haciendo un gran esfuerzo fingí estar afligido. Solo imploraba para mis adentros que se conformen con mi falsa cara de perro abandonado y que no esperen que derroche ni una lágrima en el duelo que comenzaba en una hora.

Las siguientes horas ni siquiera merecen la pena ser relatadas. Aunque en la vida de mis parientes haya significado mucho mi presencia en el velorio de Susana, en la mía fueron solo un relleno, minutos y minutos de recuerdos fácilmente olvidables.
Salvo por el chistoso momento en el que un tío canoso me agradeció entre lágrimas por haber ido. Fue difícil no exteriorizar lo que sentía. "¡Ja! Quedate tranquilo que si no me garpaban el viaje tiraba una bomba de humo y desaparecía como un político después de haber cargado sus arcas". Pero no tengo huevos. No soy tan hijo de puta. Mirá si les digo eso y resulta que me pierdo parte de la herencia. En ese momento no sabía que Susana era la tía más pobre que tenía. Por las dudas me dejé la careta puesta.
Por cierto, tengo serias dudas sobre si es común que en los velorios haya servicio de catering. No sé si es una costumbre de ricachones o qué, pero si es así espero volver pronto. ¡Muy rico todo!

Eran las ocho de la noche cuando el bodrio se terminó. La tía pocha ...o chocha, yo que sé, me acompañó hasta el cuarto de huéspedes de su lujosa casa y, formalismo va formalismo viene, me deseó buenas noches, y creo que yo también.

¡Al fin solo! Igualmente, no pensaba quedarme mucho tiempo en la habitación. Quién sabe si en uno de esos casos a la tía Cocha se le ocurría golpearme la puerta para preguntarme si necesitaba algo.
Entonces me di una ducha, agarré una colcha para tirar en el pasto y salí a disfrutar de la reinante calma de la Patagonia. Pasé por un almacén re concheto y compré unas cervezas y unas bolsas de papas fritas. De más está decir que me rompieron el orto con el precio. Pero bueno, con esto de los tarifazos uno se acostumbra.

Caminé y caminé en dirección al lago. Desde lejos podía ver la luna reflejada en él. ¡Qué hermosura! Qué bueno que es despejarse un poco y poder apreciar la belleza del cielo y del lago en vez de admirar en la calle culos y tetas como si fueran una pintura de Van Gogh. Jamás pensé que diría esto, pero bueno, será que la naturaleza me sensibiliza... o tal vez me emputece, que se yo. Hasta el aire es diferente.

Caminé en busca de un lugar en donde poder sentarme a tomar algo y observar la inmensidad del paisaje. Entonces vi un brillo opaco cerca de la costa. Se trataba de una gran roca que refractaba la luz de la luna. Aunque para mis ojos era nada menos que un asiento en primera fila para observar el paisaje.

Tiré la colcha sobre la roca y me puse cómodo. Abrí la primera lata y me relajé. Clima ideal, lugar ideal, la noche fue perfecta salvo por los mosquitos. Por suerte había pocos así que los dejé chupar un rato y después no me jodieron más.

Luego de bajarme las papas fritas y el pack de cerveza antes de que se calienten me recosté y obviamente me quedé dormido. Algunas horas más tarde me desperté con el feliz cantar de los pajaritos en libertad. Estaba amaneciendo. Qué bueno que los pungas no se van de vacaciones al sur sino ya me habrían afanado las zapatillas.

Me paré para estirar un poco las piernas y me recosté de nuevo para apreciar el amanecer patagónico. Comencé a sentir un hormigueo en el pecho. Lo primero que pensé fue "Si me da un infarto acá estoy en el horno". Pero por suerte se trataba de ese sentimiento de paz que éste paisaje hace nacer en mí. Ese sentimiento de paz que me ablanda el corazón y hace que me crea un poeta rodeado de musas.

Los picos de las montañas que demarcan mi horizonte fueron haciéndose cada vez más visibles a medida que la oscuridad iba cediendo su dominio. Supe entonces que era el momento de decir un hola y un adiós. Levanté la cabeza y, con una última y brillante mirada, me despedí de los infinitos astros que bendecían la eternidad del cielo. La transición caló hondo en mi pecho acelerándome el pulso y llenando de oxígeno mis pulmones. El lago, el gran y helado espejo de luces comenzó a salpicarme con los primeros destellos del sol. Los rayos comenzaron a adquirir volumen e intensidad. Ahora me pegaban en la cara. Momento ideal para cerrar los ojos y dejar que el corazón se ilumine con el calor del sol. Pasaron algunos minutos. Ahora el sol imponía su gran cuerpo de fuego detrás de las montañas. La temperatura seguía subiendo. Los rayos empezaron a quemarme y mi poeta interno se fue al carajo.

Hermoso amanecer. ¡Pero cómo pega el sol! Eso no quita que mi corazón se haya ablandado.

Ahora sí me despido del todo y emprendo la vuelta a la casa de la tía Coca. En el camino siento que los pájaros revolotean en torno a mí, que me siguen, que me cantan, que agradecen mi presencia. Los miro complacido y les regalo una sonrisa. Esto demuestra que la naturaleza no solo me sensibiliza, sino que además me vuelve pelotudo.
Llego, abro la puerta y me encuentro con la tía...Pocha. Le digo "Buen día tía Pocha" Y ella me dice buen día y después me corrige. Igualmente, en seguida me olvidé si era Pocha, Tota o Coca. Me convida unos mates y unos bizcochos. Yo le digo que me tengo que ir. Ella me dice que el micro sale a las doce del mediodía. Entonces pienso en alguna excusa para irme igual y no volver a verle la cara. Pero algo muy dentro de mí, en mi tiernizado corazón me dice que me quede y charle con ella. Y no solo que me quedé, sino que además hablamos por cuatro horas y encima de eso, no sé por qué, en un momento me emocioné y terminé llorando en su hombro. Luego de eso me despedí aliviado. Como si me hubiera sacado mil kilos de encima. Como si las lágrimas que había llorado hubieran sido toxinas que envenenaban mi ser. ¡Prometo nunca volver a olvidarme su nombre!


Estuve inmerso en un estado de paz hasta que, al subir al micro, me golpeé la cabeza. “¡La reputa madre que lo parió! ¡Qué lugar de mierda!” Puteé con énfasis logrando que se me caiga la careta. Y así, de golpe, como si fuera un flash de un fotógrafo desconsiderado recordé con cierto placer las palabras que me habían hecho quebrar: Luego de tres horas de charla la tía me había dicho que otra de sus hermanas (la que sí tiene plata) estaba muy enferma. Quedé en shock. No sabía qué decir, no soy bueno para esas cosas. Fue ahí que, con mi mejor cara de perro abandonado y enjugando unas bien logradas lágrimas, le dije "Hasta pronto tía Lola, hasta pronto"