miércoles, 2 de agosto de 2017

Los Antiguos - Cadena Perpetua - Bandera De Niebla en Niceto

 

Una fecha es un punto perdido en el tiempo de algún calendario, como una flecha al viento, sólo es posible recordarla si se la retiene. Retener es “tener” por segunda vez. Y bueno, eso trato de hacer acá. ¿Cómo puedo volver a traer eso que ya pasó? De la única manera que sé, recordando e imaginando, quizás construyendo eso pasado con la emoción del presente en el que escribo estas breves líneas.

Una fecha digna de ser recordada. Pero sólo por ella, porque quién recuerda no importa en este momento, sino lo que se recuerda. ¿Y qué recuerdo?




Como si el mundo conspirara contra mí, contra mí y muchos más, del otro día solo puedo recordar la noche. ¿Qué pasó? Una extraña niebla, antigua, como de cadenas que no daban respiro a las almas que rondaban por el reducto, entre sus paredes de espesa atmósfera y de bebidas que enaltecían no sé qué espíritu extraño entre todos, se armó una buena.

Tres bandas en un mismo lugar y en una misma noche. Espacio y tiempo conjugados en trinidad. No, no es un delirio teológico. Pero sí es de creer, porque lo que pasó digamos que rosa lo fantástico.

La noche del sábado 26 en Niceto. Bandera de Niebla, una banda que estimo mucho; Los Antiguos, una banda que no había visto en vivo, y Cadena Perpetua que tampoco los había visto pero que sabía que el momento iba a llegar. Tres bandas, una fecha, un lugar.

Como todo se da a su debido tiempo, y la expectativa siempre busca adelantarse a ello, la noche la abrió Bandera. Siempre pensé que a esos tipos ni fuerza ni destreza les falta, de hecho cuando salieron no dierón más que muestras de eso. “Pura pulenta” diría para buscar una síntesis que no diga más que todo lo que tengo que decir. Pero hay algo más. Bandera es una banda que considero tiene todo para romper todo, para hacerte saltar, cantar, y volver luego a seguir escuchando sus discos. Pero quizás un detalle, ese maldito detalle que me hace pensar que todavía falta algo. La gente, el público, eramos aún pocos. Supongo que es cuestión de tiempo el acostumbrarse a llegar para ver todo lo que hay que ver. Pues bien, Bandera es una banda que hay que ver. ¿Y por qué? Porque esos tipos curtidos ya, saben. Y saben cómo hacer las cosas. Esta vez, superó con mucho la última vez que los vi. Repito, pura pulenta. Algo extraño empezó a desatarse. Pareciera que hay algo de la mística de su nombre en su puesta, en su estar ahí arriba. Bandera de Niebla. Eso hicieron. Cargaron el ambiente, prepararon el terreno, abrieron las puertas, el umbral por el que todos nuestros cuerpos cegados por el ruido y la furia salvaje del trueno y el relámpago pasaron hacía ese abismo arcaico, abismo antiguo que nos esperaba. Bandera de Niebla se las hicieron de médiums, chamanes de una extraña verdad que se asoma entre la distorsión y el grito.

¿Hacía dónde vamos? Ahí estaban esos gigantes, Los Antiguos… pero esta historia se la dejo a mi compañero…

X Jere Castro

 

Hablar de Los Antiguos para mí ya no es nada nuevo. Ya no me sorprendo viéndolos en vivo porque llegó a hacerse una costumbre. Incluso escribir sobre ellos es una costumbre, siendo esta la cuarta vez que lo hago en poco más de un año. Así que, esta vez fui con la única premisa de disfrutar de una fecha que solo en mi imaginación había estado, ya que, hace más o menos dos meses hablábamos con Nico, mi compañero de trabajo y amigo, que estaría bueno ir a ver a Cadena perpetua. A todo esto, yo le había hecho escuchar a Los Antiguos y él, recientemente había conocido a una nueva banda y estaba fascinado con ellos, hablo de Bandera de niebla.

No creo en milagros, dioses ni en políticos honestos, pero loco, tiene que haber sido alguno de estos factores los que primaron para que estas tres bandas se junten: La que yo sigo, la que mi amigo y Jeremías (colega del portal) siguen, y la que todos queríamos ir a ver por primera vez.

Es entonces que ahí estábamos los tres, listos para Los antiguos. Jere y Nico los iban a ver por primera vez, y yo, por primera vez me iba a dedicar solo a hacer pogo y corear las letras. Nada de tomar nota ni memorizarme la lista de temas. Cuando estaba a punto de empezar, le pasé mi mochila a Nico y me tiré de cabeza al pogo.

El inicio del show, como casi siempre, fue con el instrumental C.O.C. El Pato apareció minutos después con una botella de jugo de uva en mano y la euforia que se estaba acrecentando cual gráfico de la inflación, terminó por explotar.

A partir de acá se me mezcló todo en la cabeza. El whisky que calentó mi sangre esa noche no me deja recordar todo de manera cronológica, solo puedo nombrar algunas de las canciones que hicieron., como: Eslayer te va a matar, El inventor del mal, El hombre que no se puede ir, La culpa al viento, H.P.V, La gran campana y la canción más manija de todas, esa que sirve para diagnosticar pechofríos: Hecho a mi medida.

Además de toda esta música, el Pato siempre nos deja mensajes, agradecimientos y hasta hace algunos chistes. Pero no recuerdo nada de todo lo que dijo, solo recuerdo cuando se sumó a la lucha, pidiendo por la aparición con vida de Santiago Maldonado. Cosa que también habían hecho los Bandera de niebla, y más tarde también harían los Cadena perpetua.

 

Pasamos directamente a la tercera parte de esta crónica.

Luego del pogo viene la calma. Y así fue (solo de mi parte, claro) ya que Cadena perpetua no es una banda que sigo y de la cual conozco pocas canciones. Pero el respeto y la admiración que tengo hacia ellos son suficientes para plantarme ahí y presenciar su show con toda mi atención.

Entre las canciones que pude reconocer estaban: Dispara, Violencia y Panorama. Serán simples canciones para mí y para los que fueron a ver a otra banda y se quedaron hasta el final, pero no lo son para su fiel público. Ellos las sienten como propias, las cantan como si se tratase de un himno, se identifican con las letras y hacen catarsis coreando y saltando en cada interpretación. Yo recién llegado el final pude sentirme libre de sentir, valga la redundancia, lo mismo que todos ellos, dejándome llevar por el pogo y por la profundidad de la letra. Fue esa canción que entre sus líneas encierra un hermoso mensaje: Si me ves.

“Moriré por la paz, porque al mundo lo intente cambiar. Como ves, sigue igual, pero no me resigne a soñar… a soñar”

 

¡Qué noche, Teté! Noche que dos décadas atrás hubiera sido imposible de imaginar, gracias la futbolización del Rock y las divisiones que esto trajo: Si pertenecías a una movida, mejor ni te acerques a la del frente, ni a la del costado, porque eras un vendido/careta/grasa y mil etcéteras más. Hoy se nota que crecimos como sociedad (hablando pura y específicamente de este aspecto). El aguante, el respeto y la camaradería ya no se ven limitados ni obstaculizados por géneros musicales, ahora son un todo que alimentan la cultura del país, esa que puede salvarnos de los garcas de turno que siempre nos quieren vender pescado podrido.

En fin, gracias Bandera de niebla, Los Antiguos y Cadena perpetua por esta inolvidable noche. ¡Vamos por más propuestas como estas!


X Chuzzo


Este artículo salió publicado originalmente en Baterosargentinos.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario