Una fecha es un
punto perdido en el tiempo de algún calendario, como una flecha al viento, sólo
es posible recordarla si se la retiene. Retener es “tener” por segunda vez. Y
bueno, eso trato de hacer acá. ¿Cómo puedo volver a traer eso que ya pasó? De
la única manera que sé, recordando e imaginando, quizás construyendo eso pasado
con la emoción del presente en el que escribo estas breves líneas.
Una fecha digna de
ser recordada. Pero sólo por ella, porque quién recuerda no importa en este
momento, sino lo que se recuerda. ¿Y qué recuerdo?
Como si el mundo
conspirara contra mí, contra mí y muchos más, del otro día solo puedo recordar
la noche. ¿Qué pasó? Una extraña niebla, antigua, como de cadenas que no daban
respiro a las almas que rondaban por el reducto, entre sus paredes de espesa
atmósfera y de bebidas que enaltecían no sé qué espíritu extraño entre todos,
se armó una buena.
Tres bandas en un
mismo lugar y en una misma noche. Espacio y tiempo conjugados en trinidad. No,
no es un delirio teológico. Pero sí es de creer, porque lo que pasó digamos que
rosa lo fantástico.
La noche del
sábado 26 en Niceto. Bandera de Niebla, una banda que estimo mucho; Los
Antiguos, una banda que no había visto en vivo, y Cadena Perpetua que tampoco
los había visto pero que sabía que el momento iba a llegar. Tres bandas, una
fecha, un lugar.
Como todo se da a
su debido tiempo, y la expectativa siempre busca adelantarse a ello, la noche
la abrió Bandera. Siempre pensé que a esos tipos ni fuerza ni destreza les
falta, de hecho cuando salieron no dierón más que muestras de eso. “Pura
pulenta” diría para buscar una síntesis que no diga más que todo lo que tengo
que decir. Pero hay algo más. Bandera es una banda que considero tiene todo
para romper todo, para hacerte saltar, cantar, y volver luego a seguir
escuchando sus discos. Pero quizás un detalle, ese maldito detalle que me hace
pensar que todavía falta algo. La gente, el público, eramos aún pocos. Supongo
que es cuestión de tiempo el acostumbrarse a llegar para ver todo lo que hay
que ver. Pues bien, Bandera es una banda que hay que ver. ¿Y por qué? Porque
esos tipos curtidos ya, saben. Y saben cómo hacer las cosas. Esta vez, superó
con mucho la última vez que los vi. Repito, pura pulenta. Algo extraño empezó a
desatarse. Pareciera que hay algo de la mística de su nombre en su puesta, en
su estar ahí arriba. Bandera de Niebla. Eso hicieron. Cargaron el ambiente,
prepararon el terreno, abrieron las puertas, el umbral por el que todos
nuestros cuerpos cegados por el ruido y la furia salvaje del trueno y el
relámpago pasaron hacía ese abismo arcaico, abismo antiguo que nos esperaba.
Bandera de Niebla se las hicieron de médiums, chamanes de una extraña verdad
que se asoma entre la distorsión y el grito.
¿Hacía dónde
vamos? Ahí estaban esos gigantes, Los Antiguos… pero esta historia se la dejo a
mi compañero…
X Jere Castro
Hablar de Los Antiguos para mí ya no es nada nuevo. Ya no me sorprendo
viéndolos en vivo porque llegó a hacerse una costumbre. Incluso escribir sobre
ellos es una costumbre, siendo esta la cuarta vez que lo hago en poco más de un
año. Así que, esta vez fui con la única premisa de disfrutar de una fecha que
solo en mi imaginación había estado, ya que, hace más o menos dos meses
hablábamos con Nico, mi compañero de trabajo y amigo, que estaría bueno ir a
ver a Cadena perpetua. A todo esto,
yo le había hecho escuchar a Los Antiguos y él, recientemente había conocido a
una nueva banda y estaba fascinado con ellos, hablo de Bandera de niebla.
No creo en milagros, dioses ni en políticos
honestos, pero loco, tiene que haber sido alguno de estos factores los que
primaron para que estas tres bandas se junten: La que yo sigo, la que mi amigo
y Jeremías (colega del portal) siguen, y la que todos queríamos ir a ver por
primera vez.
Es entonces que ahí estábamos los tres,
listos para Los antiguos. Jere y Nico los iban a ver por primera vez, y yo, por
primera vez me iba a dedicar solo a hacer pogo y corear las letras. Nada de
tomar nota ni memorizarme la lista de temas. Cuando estaba a punto de empezar,
le pasé mi mochila a Nico y me tiré de cabeza al pogo.
El inicio del show, como casi siempre, fue
con el instrumental C.O.C. El Pato
apareció minutos después con una botella de jugo de uva en mano y la euforia
que se estaba acrecentando cual gráfico de la inflación, terminó por explotar.
A partir de acá se me mezcló todo en la
cabeza. El whisky que calentó mi sangre esa noche no me deja recordar todo de
manera cronológica, solo puedo nombrar algunas de las canciones que hicieron.,
como: Eslayer te va a matar, El inventor del mal, El hombre que no se puede ir, La culpa al viento, H.P.V, La gran campana y la canción más manija de todas, esa que sirve
para diagnosticar pechofríos: Hecho a mi
medida.
Además de toda esta música, el Pato siempre
nos deja mensajes, agradecimientos y hasta hace algunos chistes. Pero no
recuerdo nada de todo lo que dijo, solo recuerdo cuando se sumó a la lucha,
pidiendo por la aparición con vida de Santiago
Maldonado. Cosa que también habían hecho los Bandera de niebla, y más tarde
también harían los Cadena perpetua.
Pasamos directamente a la tercera parte de
esta crónica.
Luego del pogo viene la calma. Y así fue
(solo de mi parte, claro) ya que Cadena perpetua no es una banda que sigo y de
la cual conozco pocas canciones. Pero el respeto y la admiración que tengo hacia
ellos son suficientes para plantarme ahí y presenciar su show con toda mi
atención.
Entre las canciones que pude reconocer
estaban: Dispara, Violencia y Panorama. Serán simples
canciones para mí y para los que fueron a ver a otra banda y se quedaron hasta
el final, pero no lo son para su fiel público. Ellos las sienten como propias,
las cantan como si se tratase de un himno, se identifican con las letras y
hacen catarsis coreando y saltando en cada interpretación. Yo recién llegado el
final pude sentirme libre de sentir, valga la redundancia, lo mismo que todos
ellos, dejándome llevar por el pogo y por la profundidad de la letra. Fue esa
canción que entre sus líneas encierra un hermoso mensaje: Si me ves.
“Moriré por la paz, porque al mundo lo intente cambiar. Como
ves, sigue igual, pero no me resigne a soñar… a soñar”
¡Qué noche, Teté! Noche que dos décadas
atrás hubiera sido imposible de imaginar, gracias la futbolización del Rock y las divisiones que esto trajo: Si
pertenecías a una movida, mejor ni te acerques a la del frente, ni a la del
costado, porque eras un vendido/careta/grasa y mil etcéteras más. Hoy se nota
que crecimos como sociedad (hablando pura y específicamente de este aspecto).
El aguante, el respeto y la camaradería ya no se ven limitados ni
obstaculizados por géneros musicales, ahora son un todo que alimentan la
cultura del país, esa que puede salvarnos de los garcas de turno que siempre
nos quieren vender pescado podrido.
En fin, gracias Bandera de niebla, Los
Antiguos y Cadena perpetua por esta inolvidable noche. ¡Vamos por más
propuestas como estas!
X Chuzzo
Este artículo salió publicado originalmente en Baterosargentinos.com
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