En el almanaque de los conocedores del Metal argentino y más que nada de la escena emergente, el Sábado 1 de Diciembre relucía un gran marco garabateado debido a lo que esa noche iba a suceder en Villa crespo. Con intenciones de atenuar la ansiedad, pero claramente con un efecto contrario, los muchachos de Pulpo negro lanzaron un adelanto del disco que estaba esperando toda Latinoamérica unida. La canción elegida fue Donde no crece la hierba, y fue lanzada al mundo el 21 de Noviembre.
Tan solo dos días después la promesa se cumplió. Algo a lo
que no estamos tan acostumbrados lxs argentinxs: La creación. La destrucción. El fin. Fue lanzado en Bandcamp con un
número de descargas gratuitas que VO-LA-RON en aproximadamente una hora y
media.
Al fin el día de la presentación oficial llegó. Y claro,
desde Bateros argentinos fuimos a
hacerle el aguante y cubrir la fecha.
Llegamos bien temprano, para la prueba de sonido de las
bandas. Esta vez quisimos ser testigos de todos los preparativos.
Los músicos de Pulpo negro estaban acomodando las piezas,
afinando sus instrumentos, mientras el Pollo,
sonidista de Club V, iba y venía
ajustando las perillas y poniendo cada cosa en su lugar para el deleite de los
cientos de oídos que en unas horas iban a copar el recinto.
Un detalle que he mencionado otras veces (y lo seguiré
haciendo), es el hecho de que los músicos usen remeras de otras bandas
under/emergentes, demostrando el aguante y la banca que hay, hasta en los más
mínimos detalles.
El momento se acercaba. Tras la prueba de Pulpo negro siguió
la prueba de Atilio.
Ahora sí. Las puertas se abrieron y la gente comenzó a
ocupar sus lugares.
Atilio es una
joven banda cuyos integrantes vienen pisteando desde hace años en bandas como Sobre tus cenizas, Mantis satana, Orquesta de Diablos, Lo
Bruto, Pornobot, Sanador y Tony fluye. Ellos son: Lucas
Fluye (Guitarra) Lea Almendro (Bajo
y coros), Rodrigo Ioio (Batería) y Juan Ignacio Orcajada (Voz).
Su sonido tiene la crudeza del sludge y las métricas del
rock progresivo. Juan Ignacio Orcajada es poseedor de una gran cantidad de
recursos vocales que aprovecha al máximo no solo para cantar y generar matices
sino también para interpretar lo que dicen las letras. Como por ejemplo en el
final de una canción que él presentó de esta manera:
“Vamos a continuar con un temita que habla de un ser que se fue, pero
volvió”
Dicha canción se llama Mongo,
y no digo más. Hay que escucharla para entender de lo que hablo.
Otro punto a destacar es el sonido de los platos ya que
tienen muy poco sustain debido a su estado: están hechos mierda. Esto logra
darle un sonido aún más característico a la joven banda.
Otra de las canciones que conformó su lista fue Pañal de dinosaurio, en donde el
vocalista pega unos gritos que me
recordaron al dios de las cuerdas vocales: Mike
Patton. Otra muestra de su gran rango y técnica vocal.
Ya cerca del final agradecieron a diestra y siniestra y
dejaron un pequeño y contundente mensaje sobre algo que estaba sucediendo en
esos momentos en otro punto de la capital.
“Queremos pedir un aplauso para
Pulpo negro que presenta su segundo disco. Y para Bren prod y Picaporters… y
que el G20 la chupe”
Para el cierre
dejaron las canciones que todavía no tiene registro alguno ya que estarán
incluidas en su próximo EP.
De esta manera, y con todo el apoyo del público, Atilio va
cerrando su primer año de existencia y se prepara para lo que será su segundo
registro discográfico.
Picaporters viene
sonando en la movida desde hace más de una década, con los pistones aceitados y
un motor que ruge y no detiene la marcha.
El trío Platense está integrado por Juan Pablo Herrera Morales (Bajo y Voz), Lucas Barrué (Guitarra) y Juan
Pablo Vázquez (Batería), y suena deyutamadre.
Comenzaron su show sumergiéndonos en una base climática,
pero…:
El roble viejo,
canción que da inicio también a su último disco.
Su sonido tiene la densidad del Stoner con una gran dosis de
Rock setentoso. Ganchero, psicodélico y con climas que te hacen bajar varios
cambios y te preparan para el golpe. Música tanto para apretar los dientes y
sacudir la cabeza, como para disfrutar tirado en el campo, con whisky en mano, contemplando
en cielo estrellado.
Entre las influencias setentosas se puede apreciar algo de Black Sabbath y Pink Floyd en el sonido. En cuanto a la voz puedo notar un dejo de Ricardo Soulé, de Vox dei. Picaporters tiene todas sus influencias situadas en la
década del setenta, pero su sonido en líneas generales se siente actual y
original, al estilo Picaporters.
De Elefantes, su disco debut, allá por el 2013, tocaron Amantes instantes, Sol de
metal y Emergiendo en ondas. Se
trata de tres canciones que sobrepasan los siete minutos de duración y juegan
con los efectos y las melodías, dejando de lado un poco esa oscuridad que
caracteriza a su más reciente disco, llamado El Horror oculto.
La canción con la que se despidieron esta noche es la misma
con la que le dan cierre al mencionado disco. Se llama War is over, y es una
joyita con tintes Bluseros.
“Se viene Pulpo negro laputaqueloparió”
Y se despidieron con un mensaje final, resultado del apoyo
incondicional de siempre:
“Los amamos a todos”
Con un punteo suave que va de a poco sumando peso, cuerpo y
distorsión, comienza La orden del pulpo
negro. Pero este es solo el preludio, ya que el golpe de gracia, con los
graves bien al frente, vino después de la mano de El dios asesino.
“Buenas noches, somos Pulpo negro”
Saludó Max, la
voz del cuarteto, con el puño en alto.
Siguiendo el orden del disco, la tercera canción fue la que
días atrás lanzaron como adelanto, Donde
no crece la hierba, y una de las que el público más disfrutó. Y hablando
justamente de esto, para saber cuáles canciones completan lo más alto del top,
habrá que esperar hasta el final.
Pulpo negro es, quizás, uno de los principales exponentes
del Metal emergente nacional. Lo cual no es ninguna sorpresa ya que la vienen
peleando desde hace diez años. Y suenan tan bien gracias a los machaques, riffs
y solos de Pablo Krause y Damian Masulli, en tanto que Sebastián Persec te mantiene encerrado
en una pared de graves con el toque justo de distorsión, y Pablo Iacovone es un reloj que te ametralla con su doble pedal y
golpes de tambores, como también te sorprende con arreglos tan precisos. Por su
parte Max, se carga el escenario al hombro y además de ser la voz de la banda
logra transmitir eso mismo que te están haciendo llegar con su música.
Durante toda la noche la banda agradeció al por mayor a la
gente. Pero, igual que la gente de Atilio, también hubo un momento para la
crítica hacia quienes gobiernan el país. Max se refirió a ellos como:
“Estos hdp que se gastaron la plata para hacer esta gilada”
La música siguió con El
indefectible anhelo de la nada.
Noto algunas miradas cómplices y sonrisas entre la gente.
Estas son nada menos que señales de identificación por estar disfrutando, cada
uno a su manera, de la misma música. Algunos filman, otros hacen pogo, otros
corean las letras y agitan la cabeza, otros solo observan atentos, mientras hay
algunas personas del público que se encargan de retratar en video dichas formas
de disfrute. Se siente esa unión entre el público que está integrado tanto por
conocidos como también por desconocidos: tratándose de música, la unión se hace
fácil.
“Todo Pulpo negro queremos agradecerle a Fernando Candado de estudio Samurai
por el disco”
Agradeció Max al responsable de las consolas en la grabación
del disco.
Solo para morir otra vez
es una de esas tantas canciones del Pulpo que te deja algo más que melodías y
riffs resonando en la cabeza. Tratándose de una banda comprometida con la
realidad, sus letras están cargadas de mensajes contestatarios y reflexiones, pero
en este caso, la frase que se inmortalizó en forma de eco tiene un mensaje tan
claro como poético.
“No se puede volver de la muerte
si el espíritu ha muerto también”
La lista siguió con Humo
de revolver, canción que estuvo a punto de formar parte de su primer disco,
y Lilith: Todo el horror, hasta que
llegó el momento de anunciar al invitado de la noche:
“En este momento queremos invitar a un hermano a cantar con nosotros”
Emiliano Lovotti,
de Los drágula) agarró el micrófono
y, al igual que en el disco, sumó su voz para hacer La ira de los apóstoles.
A quien el cielo
quiere destruir, Nómade y Rey de los
esclavos mantuvieron expectante e inquieto al público hasta que el final
pautado llegó con Hordas, la canción
que cierra El arte de matar, su
primer disco (Festejo de primer aniversario ACÁ) cuyos versos son coreados con
toda la fuerza:
“No es la tormenta
es el océano cayendo…”
Pero el desenlace vino mucho después y hasta con sorpresas
incluidas, por lo que esto que acababa de suceder se transformó nada menos que en
el clímax.
A pedido de la gente sonó El atlante, de su primer disco.
“Bueno, este tema lo vamos a hacer por ustedes, porque no estaba en la
lista”
Incluso después de haber sido parte del pogo más grande de
la noche, nadie quería que esto terminara, ni la banda ni mucho menos el
público, por lo que se despacharon con Demonios,
el que tal vez sea su mayor himno. Y no solo eso, aún faltaba el condimento
final que terminó de coronar una noche perfecta: un invitado de lujo subió
al escenario y compartió el micrófono con Max, para gritar, en un coro masivo, los
versos de la canción. Se trata de Santiago Pérez, de El triángulo.
“Un anochecer
Visiones de odio
Hasta enloquecer
Ciego de poder”
Pulpo negro lo hizo de nuevo: otra vez grabó un tremendo
disco y lo presentó de manera magnífica en un lugar tan mítico como lo es Club
V, rodeado de gente que vive y respira metal, y siempre, siempre tira para
adelante. Nosotros desde nuestro humilde lugar tuvimos el privilegio de
retratarlo con estas palabras y estas postales. Pero, ¡Ojo! que en Enero
lanzamos la cobertura grabada en video, a cargo de Cherry Boom para su canal de
Youtube.
Que siga el metal.
Que siga el aguante. Y larga vida al Pulpo.
Este artículo salió publicado originalmente en Bateros argentinos.com
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