En el marco de lo que fue la gira por la región
pampeana y parte de la Patagonia -última del 2015- el power trío, conformado por Marcelo Corvalán, Hernán Langer y Andres Vilanova, se presentó,
luego de cuatro años, en Puerto Madryn y allí me hice presente para poguear
junto a los hermanos Carajeros del sur argentino.
Fue la décimo quinta vez que vi a Carajo en vivo, pero
la primera vez que los vi jugar de visitantes (fuera de la ciudad cemento,
Buenos aires). Y la verdad es que se notó en la gente. En la excitación y la
ansiedad de los aproximadamente trescientos espectadores que estaban viendo a
su banda favorita por tercera, segunda y hasta por primera vez.
La diferencia solo estuvo marcada por la capacidad del
lugar y por un público relativamente nuevo, que no solo disfrutó al máximo del
show, sino que también arrasó con el merchandising. Ya que, arriba del
escenario, la diferencia no existió. Sonaron tal y como nos tienen
acostumbrados; brutalmente sólidos, poderosos y contundentes.
El repertorio, al contrario de lo que yo creía, fue
muy variado. Incluyendo dosis bastante equilibradas de sus cinco discos de
estudio totalizando una lista de 23 temas para el disfrute de viejos y nuevos
fanáticos.
Para alimentar el pogo nos inyectaron adrenalina de la
mano de joyas como Shock, Libres, el infaltable Joder y el himno de todo seguidor
de la banda y que refleja una de las peores crisis sufridas por el país: Sacate
la mierda.
Para el cierre, y como regalo de navidad, nos
sorprendieron con el clásico medley de Pantera y la canción con cuya letra nos
identificamos muchos de los fieles seguidores: El vago.
La bandera de la monada de Bateros Argentinos flameó
entre la gente antes de anclarse a las vallas con la esperanza de que el power
trío salga y se cope con una foto. Y claro está que no me defraudaron ni a mí
ni al resto de la gente que se quedó hasta último momento a la espera del mismo
premio.
Grosos arriba del escenario y agradecidos abajo.
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