domingo, 9 de diciembre de 2018

Pulpo negro presentó "La creación. La destrucción. El fin" en Club V

En el almanaque de los conocedores del Metal argentino y más que nada de la escena emergente, el Sábado 1 de Diciembre relucía un gran marco garabateado debido a lo que esa noche iba a suceder en Villa crespo. Con intenciones de atenuar la ansiedad, pero claramente con un efecto contrario, los muchachos de Pulpo negro lanzaron un adelanto del disco que estaba esperando toda Latinoamérica unida. La canción elegida fue Donde no crece la hierba, y fue lanzada al mundo el 21 de Noviembre.

Tan solo dos días después la promesa se cumplió. Algo a lo que no estamos tan acostumbrados lxs argentinxs: La creación. La destrucción. El fin. Fue lanzado en Bandcamp con un número de descargas gratuitas que VO-LA-RON en aproximadamente una hora y media.

Al fin el día de la presentación oficial llegó. Y claro, desde Bateros argentinos fuimos a hacerle el aguante y cubrir la fecha.

 


Llegamos bien temprano, para la prueba de sonido de las bandas. Esta vez quisimos ser testigos de todos los preparativos.

Los músicos de Pulpo negro estaban acomodando las piezas, afinando sus instrumentos, mientras el Pollo, sonidista de Club V, iba y venía ajustando las perillas y poniendo cada cosa en su lugar para el deleite de los cientos de oídos que en unas horas iban a copar el recinto.

Un detalle que he mencionado otras veces (y lo seguiré haciendo), es el hecho de que los músicos usen remeras de otras bandas under/emergentes, demostrando el aguante y la banca que hay, hasta en los más mínimos detalles.

El momento se acercaba. Tras la prueba de Pulpo negro siguió la prueba de Atilio.

Ahora sí. Las puertas se abrieron y la gente comenzó a ocupar sus lugares.

 

Atilio es una joven banda cuyos integrantes vienen pisteando desde hace años en bandas como Sobre tus cenizas, Mantis satana, Orquesta de Diablos, Lo Bruto, Pornobot, Sanador y Tony fluye. Ellos son: Lucas Fluye (Guitarra) Lea Almendro (Bajo y coros), Rodrigo Ioio (Batería) y Juan Ignacio Orcajada (Voz).

Su sonido tiene la crudeza del sludge y las métricas del rock progresivo. Juan Ignacio Orcajada es poseedor de una gran cantidad de recursos vocales que aprovecha al máximo no solo para cantar y generar matices sino también para interpretar lo que dicen las letras. Como por ejemplo en el final de una canción que él presentó de esta manera:

“Vamos a continuar con un temita que habla de un ser que se fue, pero volvió”

Dicha canción se llama Mongo, y no digo más. Hay que escucharla para entender de lo que hablo.

Otro punto a destacar es el sonido de los platos ya que tienen muy poco sustain debido a su estado: están hechos mierda. Esto logra darle un sonido aún más característico a la joven banda.

Otra de las canciones que conformó su lista fue Pañal de dinosaurio, en donde el vocalista pega unos gritos que me recordaron al dios de las cuerdas vocales: Mike Patton. Otra muestra de su gran rango y técnica vocal.

Ya cerca del final agradecieron a diestra y siniestra y dejaron un pequeño y contundente mensaje sobre algo que estaba sucediendo en esos momentos en otro punto de la capital.

 “Queremos pedir un aplauso para Pulpo negro que presenta su segundo disco. Y para Bren prod y Picaporters… y que el G20 la chupe”

Para el cierre dejaron las canciones que todavía no tiene registro alguno ya que estarán incluidas en su próximo EP.

De esta manera, y con todo el apoyo del público, Atilio va cerrando su primer año de existencia y se prepara para lo que será su segundo registro discográfico.

 

Picaporters viene sonando en la movida desde hace más de una década, con los pistones aceitados y un motor que ruge y no detiene la marcha.

El trío Platense está integrado por Juan Pablo Herrera Morales (Bajo y Voz), Lucas Barrué (Guitarra) y Juan Pablo Vázquez (Batería), y suena deyutamadre.

Comenzaron su show sumergiéndonos en una base climática, pero…:

El roble viejo, canción que da inicio también a su último disco.

Su sonido tiene la densidad del Stoner con una gran dosis de Rock setentoso. Ganchero, psicodélico y con climas que te hacen bajar varios cambios y te preparan para el golpe. Música tanto para apretar los dientes y sacudir la cabeza, como para disfrutar tirado en el campo, con whisky en mano, contemplando en cielo estrellado.

Entre las influencias setentosas se puede apreciar algo de Black Sabbath y Pink Floyd en el sonido. En cuanto a la voz puedo notar un dejo de Ricardo Soulé, de Vox dei. Picaporters tiene todas sus influencias situadas en la década del setenta, pero su sonido en líneas generales se siente actual y original, al estilo Picaporters.

De Elefantes, su disco debut, allá por el 2013, tocaron Amantes instantes, Sol de metal y Emergiendo en ondas. Se trata de tres canciones que sobrepasan los siete minutos de duración y juegan con los efectos y las melodías, dejando de lado un poco esa oscuridad que caracteriza a su más reciente disco, llamado El Horror oculto.

La canción con la que se despidieron esta noche es la misma con la que le dan cierre al mencionado disco. Se llama War is over, y es una joyita con tintes Bluseros.

“Se viene Pulpo negro laputaqueloparió”

Y se despidieron con un mensaje final, resultado del apoyo incondicional de siempre:

“Los amamos a todos”

 

Con un punteo suave que va de a poco sumando peso, cuerpo y distorsión, comienza La orden del pulpo negro. Pero este es solo el preludio, ya que el golpe de gracia, con los graves bien al frente, vino después de la mano de El dios asesino.

“Buenas noches, somos Pulpo negro”

Saludó Max, la voz del cuarteto, con el puño en alto.

Siguiendo el orden del disco, la tercera canción fue la que días atrás lanzaron como adelanto, Donde no crece la hierba, y una de las que el público más disfrutó. Y hablando justamente de esto, para saber cuáles canciones completan lo más alto del top, habrá que esperar hasta el final.

Pulpo negro es, quizás, uno de los principales exponentes del Metal emergente nacional. Lo cual no es ninguna sorpresa ya que la vienen peleando desde hace diez años. Y suenan tan bien gracias a los machaques, riffs y solos de Pablo Krause y Damian Masulli, en tanto que Sebastián Persec te mantiene encerrado en una pared de graves con el toque justo de distorsión, y Pablo Iacovone es un reloj que te ametralla con su doble pedal y golpes de tambores, como también te sorprende con arreglos tan precisos. Por su parte Max, se carga el escenario al hombro y además de ser la voz de la banda logra transmitir eso mismo que te están haciendo llegar con su música.

Durante toda la noche la banda agradeció al por mayor a la gente. Pero, igual que la gente de Atilio, también hubo un momento para la crítica hacia quienes gobiernan el país. Max se refirió a ellos como:

“Estos hdp que se gastaron la plata para hacer esta gilada”

La música siguió con El indefectible anhelo de la nada.

Noto algunas miradas cómplices y sonrisas entre la gente. Estas son nada menos que señales de identificación por estar disfrutando, cada uno a su manera, de la misma música. Algunos filman, otros hacen pogo, otros corean las letras y agitan la cabeza, otros solo observan atentos, mientras hay algunas personas del público que se encargan de retratar en video dichas formas de disfrute. Se siente esa unión entre el público que está integrado tanto por conocidos como también por desconocidos: tratándose de música, la unión se hace fácil.

“Todo Pulpo negro queremos agradecerle a Fernando Candado de estudio Samurai por el disco”

Agradeció Max al responsable de las consolas en la grabación del disco.

Solo para morir otra vez es una de esas tantas canciones del Pulpo que te deja algo más que melodías y riffs resonando en la cabeza. Tratándose de una banda comprometida con la realidad, sus letras están cargadas de mensajes contestatarios y reflexiones, pero en este caso, la frase que se inmortalizó en forma de eco tiene un mensaje tan claro como poético.

“No se puede volver de la muerte

si el espíritu ha muerto también”

 

La lista siguió con Humo de revolver, canción que estuvo a punto de formar parte de su primer disco, y Lilith: Todo el horror, hasta que llegó el momento de anunciar al invitado de la noche:

“En este momento queremos invitar a un hermano a cantar con nosotros”

Emiliano Lovotti, de Los drágula) agarró el micrófono y, al igual que en el disco, sumó su voz para hacer La ira de los apóstoles.

A quien el cielo quiere destruir, Nómade y Rey de los esclavos mantuvieron expectante e inquieto al público hasta que el final pautado llegó con Hordas, la canción que cierra El arte de matar, su primer disco (Festejo de primer aniversario ACÁ) cuyos versos son coreados con toda la fuerza:

“No es la tormenta 
es el océano cayendo…”

Pero el desenlace vino mucho después y hasta con sorpresas incluidas, por lo que esto que acababa de suceder se transformó nada menos que en el clímax.

A pedido de la gente sonó El atlante, de su primer disco.

“Bueno, este tema lo vamos a hacer por ustedes, porque no estaba en la lista”

Incluso después de haber sido parte del pogo más grande de la noche, nadie quería que esto terminara, ni la banda ni mucho menos el público, por lo que se despacharon con Demonios, el que tal vez sea su mayor himno. Y no solo eso, aún faltaba el condimento final que terminó de coronar una noche perfecta:  un invitado de lujo subió al escenario y compartió el micrófono con Max, para gritar, en un coro masivo, los versos de la canción. Se trata de Santiago Pérez, de El triángulo.

“Un anochecer 
Visiones de odio 
Hasta enloquecer 
Ciego de poder”

Pulpo negro lo hizo de nuevo: otra vez grabó un tremendo disco y lo presentó de manera magnífica en un lugar tan mítico como lo es Club V, rodeado de gente que vive y respira metal, y siempre, siempre tira para adelante. Nosotros desde nuestro humilde lugar tuvimos el privilegio de retratarlo con estas palabras y estas postales. Pero, ¡Ojo! que en Enero lanzamos la cobertura grabada en video, a cargo de Cherry Boom para su canal de Youtube. 

Que siga el metal. Que siga el aguante. Y larga vida al Pulpo.


Este artículo salió publicado originalmente en Bateros argentinos.com

jueves, 22 de noviembre de 2018

Carroña Sharong y 21 Gramos por segunda vez la rompieron en The Roxy live.

“Las segundas partes nunca fueron buenas” Esta frase, extraída (y tal vez sacada de contexto) de la célebre obra de Miguel de Cervantes, Don Quijote de la mancha, se viene empleando desde hace siglos en todos los ámbitos que se nos puedan ocurrir. Podemos discutir si se trata de una frase hecha o de un refrán, pero si hay algo en lo que todos vamos a estar de acuerdo es que, en muchos casos nos predispone de mala manera ante esa “segunda parte”, y también vamos a coincidir en que sí hay secuelas que superan o al menos están a la altura de la primera parte. Y este es un caso que lo demuestra.


martes, 20 de noviembre de 2018

Algo más que música: Carroña Sharong estrenó el videoclip de Diciembre.


Escucho Carroña Sharong desde hace años. Conozco su música y a los intérpretes. Conozco y recibo perfectamente el mensaje porque se trata de un tipo de música que me viene acompañando desde adolescente, ya que una de sus máximas influencias es Alice in chains - la banda que más amo en la faz de la tierra. Es por esto que su sonido me gusta y me conmueve. Muéstrame las garras y Diciembre son las dos canciones que no solamente percibo con los oídos, sino con las entrañas mismas. Ayer Lunes, estrenaron el videoclip de esta última canción, perteneciente a su primer disco Hasta que el sol se apague. Desde entonces me cuesta pensar en otra cosa.


domingo, 27 de mayo de 2018

Reseña literaria VI: El club de los enigmas - Isaac Asimov.


En contexto

Adquirí El club de los enigmas en 2010, año en el cual todos mis esfuerzos y mi concentración estaban enfocados en el trabajo que me daba de comer. En mis días libres, los miércoles, salía a dar vueltas por el barrio de Chacarita (Ciudad de Buenos aires), donde residía en ese momento. Primero buscaba un lugar para almorzar, luego iba a mi librería favorita del barrio, y luego me iba a tomar un café mientras leía alguno de los libros que acababa de comprar. Reconozco que en ese momento no conocía a su autor, Isaac Asimov, y que solo compré el libro porque me llamaron la atención su portada y el título. Y también debo reconocer que lo compré con la intención de regalárselo a una amiga, pero por algún motivo me lo terminé quedando. Hasta que cuatro años después decidí que era momento de leerlo.



Este libro fue leído en su totalidad en la vía pública. Lo abría en la línea B del subte, cuando volvía del trabajo, y no dejaba de leerlo hasta llegar a mi casa, en el barrio de Villa Urquiza. Incluso lo iba leyendo en la calle, mientras caminaba dando pasos muy lentos hasta llegar a destino.

miércoles, 25 de abril de 2018

viernes, 30 de marzo de 2018

Poveglia, Epochal y Neantere en Casa Rincón: Crónica y cobertura fotográfica.


Casi bajo la autopista 25 de Mayo, medio oculta medio a la vista, sobre la calle del mismo nombre, se encuentra Casa Rincón. Como su nombre lo indica, por fuera, realmente parece una casa. Hasta allí llegamos Cherry y yo, poco antes que el reloj dé las 22:30 hs. Tocamos timbre y pasamos de una. Y remarco “De una” porque, un poco por costumbre y otro poco por distraídos, nos encaminamos hacia adentro sin anunciarnos y sin pagar la entrada, solo saludando al boletero. Segundos después nos vino a preguntar, muy amablemente, si estábamos acreditados. Fue ahí que caímos. Pero bueno, le dijimos nuestros nombres y no hubo problema. Entonces, desde este lugar, le pido nuevamente disculpas por esto.

Ya dentro del recinto, nos encontramos con poca gente, entre ellos los músicos de Poveglia, Epochal y Neantere, las tres bandas que nos iban a deleitar los sentidos esta noche. Y acá tengo que subrayar “los sentidos”, porque se trata de bandas que transmiten mucho más que vibraciones sonoras.

A medida que fueron pasando los minutos, más gente comenzó a llagar. Hasta que, a las 23:30, con el bajista en las sombras y el resto de la banda iluminada (por las luces, no por un ente imaginario, claro) Neantere, un trío de Post Rock, como se definen ellos, abrió esta hermosa fecha. Yo me acerqué hasta el escenario para segundear a Cherry con el vaso de birra, y allí me instalé, en una de las sillas que, más allá de que me moleste que estén tan cerca del escenario, finalmente terminé ocupando.


Neantere experimenta un sonido climático, logrado a través de una guitarra ambiental, con solos épicos, no por extraordinarios ni mucho menos, sino por llevarme audiblemente a los tiempos de la epopeya heroica. El sonido más denso y pesado es canalizado mediante el bajo y la batería, dando por resultado final esta simbiosis entre ambiental y rockera.


Esta se trata de la segunda vez que veo en vivo a esta banda, pero de la primera vez que logro apreciar su música de esta manera. ¿Será porque aquella primera vez no estaba concentrado, ansioso por la llegada de la misma banda que viene a continuación? Es probable.

El primer break de la noche llegó, y con él, también llegó el "hombre de la escalera". Bien podría tratarse de una película argentina de los años 50, pero no, se trata de quien se encargó de reparar el reflector que había sumido en las sombras al bajista de Neantere.

Sigue Epochal. Mi ansiedad me empieza a hacer temblar la pierna derecha mientras que me obliga a ingerir algo de alcohol.

Está empezando Epochal, la ansiedad crece.

Mi amigo Nico está acá al lado. Esto recién empieza, pero ya quiero que tenga las mismas sensaciones que yo tuve al presenciar por primera vez un show de ellos, allá por Agosto del 2016. Quiero que sienta eso que yo sentí y que luego me llevó a hacerle escuchar Awakening (2016), el disco de esta banda, para que la flashee. Me sentí como alguien cuando hace un regalo y no quiere que a la otra persona solo le guste, sino que le encante y que hasta le cambie la vida, por más exagerado que suene.
Es apenas la tercera vez que los veo en vivo. Pienso… si, por más loco que suene, es apenas la tercera. Pero es la primera vez que su música está acompañada por proyecciones. Me llevó unos minutos percatarme de ello porque, con el sentido de la audición, ya me alcanza para disfrutar, entonces cierro los ojos y me pierdo en los mundos que su música me hace imaginar. El arranque tuvo algún que otro desperfecto técnico, que para nada fue un problema mayor.


Daniel Bermúdez (Guitarra) presentó a la banda. “En el bajo, detrás de todo ese pelo está Nico Giorgetti.” Luego señala a Gustavo Cirigliano (Guitarra) “Gustavo jugando con los pedales” “…y Guille Carpintero en la batería.” Prosigue. 
Ellos, señores, son Epochal.

“Este es un tema nuevo, así que no podemos fallar” Dice Daniel.

Oigo un sonido de música clásica. Ni siquiera alcanzo a distinguir qué es, pero lo asocio rápidamente. Le pregunto a mi amigo “¿Que mierda es eso?”Es un convertidor de sonido” Me responde. “Ah” Le digo, y agarro mi celular para anotarlo.


El viaje siguió con Truth y Reality (Esta es la primera vez que nombro alguna de sus canciones ya que, para mí, Epochal, mejor dicho, su disco Awakening, es una obra completa indivisible, por llamarlo de alguna manera. Es decir, no reconozco canciones, solo viajo fuera de mi ser con esas melodías sin etiqueta.

Luego de tocar otras interpretaciones terminó su show que estuvo acompañado por una proyección de, por lo que alcancé a escuchar, una película perteneciente al expresionismo alemán. Cosa que nunca confirmé.